Y ahora, que se prohíban las amnistías

La verdad es que no es fácil tratar con este Gobierno. De arranque, tenemos a un presidente que es inmune a los ataques, perdida la capacidad de ruborizarse, así le demuestren con vídeos irrefutables que ha sido él quien le ha robado la cartera al viajero del metro.

Y de ahí para abajo, a seguir el caminito que les marca el comportamiento del capitán. Decíamos ayer de la insultante ignorancia de todos los altos del partido respecto a la financiación y la ya probada caja B. Pues hoy ha despachado el presidente la sentencia sobre la amnistía fiscal del Tribunal Constitucional, el más importante del país, con la displicencia de una multa por aparcamiento.

Le da exactamente igual, que hace ya mucho tiempo que la justicia es cosa menor para el PP, a la que se intenta muñir o, simplemente ignorar, rompiendo los discos de los ordenadores a martillazos si fuera preciso, y si algún tribunal aprieta, se hace todo el filibusterismo judicial que proceda, sobre el que tantas enseñanzas legó a su partido el insigne Federico Trillo.

Dada la actuación del jefe, nada debe extrañarnos la insolencia del matachín Cristóbal Montoro, de profesión sus bravuconadas para embarrar el terreno, que ha tenido la impudicia de pedir que se prohíban las amnistías fiscales. Sepan todos que sólo él y los suyos tienen permiso divino para perdonar delincuentes.