¿Dónde está el PSOE?

Todo fluye. A su aire, pero todo fluye. Es verdad que de manera atormentada, interrumpido el camino por piedras pequeñas, algunas, gigantescas otras. Todo, es cierto, con final ignoto. Marchan las cosas en Cataluña, por ejemplo, entre vueltas y revueltas, pero con los protagonistas agitados en su propio hormiguero. Van y vienen, los que no están presos, claro, pero parece que se avanza. Poco, pero se avanza. También fluye gozosa la guerra abierta entre el PP y Ciudadanos, bandera por aquí, bandera por allá, para pasodoble el mío. Pero hay algo que no circula, ni para atrás ni para adelante, gran bola de cemento que nadie parece capaz de mover. Se trata del PSOE, como fácilmente habrán entendido ustedes, que en este frenético zumbido de insectos de un lado para otro ha decidido quedarse quieto parado, piernas suspendidas en el aire para ver cómo y en qué dirección se da el primer paso para recuperar el papel central que le corresponde desde los años ochenta. Estábamos enredados en nuestras cosas, que primero había que poner orden en el interior, dicen sus dirigentes. Bueno. Lento ha sido el proceso, pero hagan ustedes el favor de salir de ese ensimismamiento y salten al mundo real con ganas y con ideas, que ahora solo hay desierto. Esa iniciativa únicamente puede liderarla Pedro Sánchez. Suya, y solo suya, es la responsabilidad.