En qué manos (cibernéticas) estamos

Si no fuera por la enorme gravedad de los seis años de guerra en Siria, más de medio millón de muertos, casi dos millones de heridos, la mitad de las infraestructuras del país destruidas, y más de cinco millones de sirios huyendo de su país, sería de mucho reír la manera de Donald Trump de anunciar que todavía van a morir más inocentes, gracias a sus magníficos misiles “bonitos, nuevos e inteligentes”. Vende el presidente de Estados Unidos esas armas mortíferas como si fueran el último modelo de automóviles o frigoríficos. Lo hace, además, por medio de un tuit de aviso a Rusia. Es difícil no recordar a Gila en este trance surrealista. Ya decimos que la situación en la zona admite pocas bromas, pero cuesta entender cómo es posible que el presidente del país más poderoso del mundo anuncie su bárbara política exterior no en declaraciones solemnes, ni que tan siquiera se sirva de escenarios como Naciones Unidas, organismos perfectamente prescindibles para este analfabeto político que le ha caído en suertes a este mundo, merced, entre otras muchos factores, a ese magma gigantesco y viscoso que es Facebook, además descontrolado, como reconoce su propio jefe estos días en sus múltiples comparecencias públicas, utilizado por más de dos mil doscientos millones de usuarios en todo el mundo. ¿Qué se puede hacer en este mundo de salvajes cibernéticos?