¿Refugiados a distancia?

Madrid

Tras la indignidad de Trump separando a los niños de sus padres en la frontera de EE.UU. y el lamento del ministro del Interior italiano quejándose de la desgracia de tener que quedarse con los gitanos nacidos en su país, llega ahora la última idea de la Unión Europea que se plantea crear centros de refugiados y migrantes, eufemísticamente denominados “plataformas de desembarco”, fuera de sus fronteras pero bajo su jurisdicción. Este subarriendo de responsabilidades humanitarias ya tiene un precedente en el acuerdo con Turquía y muestra elocuentemente cómo la UE, incapaz de cumplir sus propios compromisos, ahora pretende exportarlos.

La idea plantea problemas jurídicos, porque supone establecer un ámbito de jurisdicción europea fuera de sus estados miembros. Pero la principal duda es de carácter ético. Porque la iniciativa no resuelve el problema, sólo lo transfiere; no deja de existir, tan solo se aleja para no verlo. Parecería que más que atender los derechos de los migrantes se pretende tranquilizar a quienes consideran que los migrantes son seres sin derechos. Y en vez de poner firmes a los apóstoles de la xenofobia, se pone firme ante ellos. Y esa crisis ética será más difícil de resolver que la que ahora está planteada.