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Un mal día lo tiene cualquiera

El botellón en el que un ejército se atacó a sí mismo

El 17 de septiembre de 1788, hombres del ejército austrohúngaro, en una trifulca después de beber aguardiente, confundió a sus propios hombres con los soldados del imperio otomano. Como suele pasar en este tipo de combates, el vencedor fue el ejército enemigo

Nastasic (Getty Images)

Una de las cosas que más debemos agradecer al despertarnos para ir a trabajar es que al menos no estamos en guerra. Y nuestros protagonistas de hoy nos vienen a recordar que, incluso en las situaciones bélicas, hay unos muertos más desgraciados que otros. Porque una vez puesto en situación de combate, supongo que no te queda más remedio que esperar que tu lado gane y que entres en las páginas de la historia con letras grandes. Y si vas a ser recordado el lado perdedor, al menos que se hable de tus grandes gestas en el combate.

El botellón en el que un ejército se atacó a sí mismo

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Pues bien, nuestros protagonistas de hoy no tuvieron nada de eso. El 17 de septiembre de 1788, una avanzadilla de la caballería del ejército de Austria-Hungría, que estaba en guerra con el Imperio otomano, llegó a Caransebes, en la actual Rumanía. Ahí se encontró con un grupo de gitanos que tuvo la buena idea de venderles aguardiente. Y poco después, cuando ya se había hecho de noche, llegaron los soldados de la Infantería y pidieron participar en el botellón que se había montado. Los húsares de la caballería se negaron y la discusión fue subiendo de tono hasta que un soldado disparo contra el bando opuesto. Y aquí es donde se puso en evidencia el problema de tener un ejército multilingüe, porque las órdenes oficiales austríacos de parar el fuego al grito de “Halt! Halt!”, fueron confundidos con voces turcas que gritaban “¡Alá, Alá!”.

Así que todos empezaron a disparar al bulto. Además, los movimientos de estas tropas fueron confundidos por la artillería con movimientos enemigos y empezaron a disparar cañonazos contra sus propios hombres. Evidentemente, en una batalla de un ejército contra sí mismo el ganador pues fue el lado puesto, que se encontró con el trabajo hecho y pudo tomar Caransebes con facilidad. Hoy sí que está claro que tendrás que currártelo mucho para tener un 17 de septiembre peor que el del ejercito austrohúngaro.

 

 
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