El día en que el Partenón saltó por los aires
Los otomanos lo usaban como almacén de pólvora, pero fue el veneciano Francesco Morosini el que decidió, el 26 de septiembre de 1687, que había que dejar a los turcos sin explosivos, aunque fuera a costa del monumento
Como decisión histórica, la de hoy va a dejar en ridículo a cualquier gamberrada que podáis tener en vuestro archivo de vergüenzas personales. Porque hoy voy a hablaros de algo terrible que sucedió el 26 de septiembre de 1687. Ese fue el día en que dejamos de ver el Partenón en casi todo su esplendor. El edificio había sobrevivido 20 siglos en condiciones relativamente decentes, viendo pasar imperios y guerras desde la Acrópolis de Atenas.
Un mal día lo tiene cualquiera (26-09-2018): El día en que el Partenón saltó por los aires
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La culpa del ruinoso estado actual del Partenón está repartida. Por una parte tenemos a los otomanos, que decidieron que ese era el mejor lugar para usar como almacén de pólvora. Y por el otro lado, tenemos al iluminado que consideró que dejar a los otomanos sin pólvora compensaba dejar a la humanidad sin esa obra de arte. De esta persona sabemos su nombre: se llamaba Francesco Morosini, y era el comandante de la expedición veneciana contra los otomanos.
La explosión dejó a la Acrópolis sin su tejado de mármol e hizo que gran parte de sus estatuas quedaran esparcidas y destrozadas a su alrededor. Lo que podemos ver ahora es el esqueleto del edificio original.
Esta sección me gustaría dedicarla a Cecilia Giménez, más conocida como la autora de la curiosa restauración del Ecce Homo de Borja. Porque ella se cargó una obra de arte, pero lo hizo sin querer. Además, y sin querer desmerecer a nadie, no es lo mismo un retrato de un Cristo que una joya de la Grecia clásica.