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Palestina

La crisis humanitaria tras la famosa foto del joven palestino

Explicamos el drama humanitario que reside tras la foto viral de un chico palestino durante una protesta en Gaza con una bandera en la mano. Nuestra corresponsal Beatriz Lecumberri se ha trasladado a la zona en la que ya han muerto más de 200 personas

Punto de Fuga: La resistencia palestina (03/11/2018)

Punto de Fuga: La resistencia palestina (03/11/2018)

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Desde que comenzaron las primeras manifestaciones a finales de marzo, cada viernes se repiten las protestas en la franja de Gaza en las que participan miles de gazatíes. Hasta hoy se han registrado 220 palestinos muertos y millares de heridos. Entre los fallecidos hay menores, periodistas y personal médico. Del lado israelí hay un muerto y 40 heridos.

Es la crudeza que se esconde tras la imagen romántica que se ha viralizado en Internet. Una imagen que captó el pasado 22 de octubre en Gaza el fotoperiodista Mustafa Hassona de la agencia turca Anadolu. La foto se ha difundido en las redes sociales por su parecido al cuadro “La libertad guiando al pueblo” de Eugène Delacroix, un icono de la revolución francesa.

Su protagonista es un joven de 20 años, Aed Abu Amro, residente del barrio Al-Zaytun en la ciudad de Gaza. La foto se tomó en el norte de la franja de Gaza, donde el joven acude a protestar con sus amigos cada viernes desde finales de marzo. Nuestra corresponsal Beatriz Lecumberri explica que Abu Amro no sabía que le estaban fotografiando. Él cuenta que siempre lleva consigo la bandera aunque, bromea, eso le hace ser más lento con la onda para tirar piedras, y ha dejado dicho que si muere en estas protestas, quiere que le entierren envuelto en ella.

Mustafa Hassona

Mustafa Hassona

La situación en Gaza es desesperada, no sólo por el uso “desproporcionado” de la fuerza del ejército israelí contra “manifestantes desarmados”, como denuncian oenegés e incluso la Unión Europea, sino que además, “muchos de los heridos de Gaza no han podido recibir la atención médica necesaria en hospitales desbordados y van a tener secuelas el resto de su vida en una región donde no es fácil ser discapacitado. Y a los daños psicológicos no se les da la importancia que merecen, es una especie de tabú social”, destaca Lecumberri.

En los 365 kilómetros cuadrados que abarca la franja de Gaza se agolpan la precariedad, la pobreza y la desolación de los dos millones de personas que viven en un aislamiento constante. El desempleo llega al 70% entre los jóvenes de 20 a 30 años. Israel impone un bloqueo férreo secundado por Egipto, de tal manera que hay personas de 25 años que jamás han salido de la franja.

Es especialmente problemática la situación de los gazatíes enfermos que requieren de un tratamiento fuera de la franja y no pueden salir. ”Mucha gente muere. Muere esperando medicinas, permisos de salida. Hace dos semanas se nos terminó la quimioterapia en el hospital. No teníamos nada. Los pacientes venían al hospital y los mandábamos a casa sin poder hacerles nada. Hace dos semanas, nos mandaron de medicinas de Ramallah para poder dar quimioterapia un mes”, cuenta Mohammed, director del hospital Al Rantisi, especializado en cáncer.

La OMS refleja que de las 25.500 solicitudes de enfermos que pidieron salir de Gaza vía Israel para ser tratados, sólo se atendieron la mitad. El resto, lamenta Mohammed, deben esperar. “Esperan, se mueren, empeoran. El cáncer se extiende a otros órganos. Es muy difícil, muy difícil para el personal médico cuando vienen los pacientes y no sabemos qué contestar. No hay medicinas, no hay permisos. Es terrible dirigirse a un paciente y a sus familias y no tener respuestas”. Al menos 54 personas fallecieron el año pasado esperando ese permiso de salida.

Varias oenegés lograron en agosto que el Tribunal Supremo israelí les diera la razón y obligara al Gobierno a dejar salir de Gaza a siete mujeres con cáncer que corrían peligro de muerte y a las que Israel había prohibido la salida argumentando que tenían parientes miembros de Hamas. Samir Sakut, de la ONG Palestina Al Mezan, considera que “estas restricciones son inaceptables, aunque alguien tenga relaciones con Hamas o tenga familiares que sean miembros no da ningún derecho a Israel a prohibir a un hombre o a una mujer que acceda a sus derechos humanos. Es un castigo colectivo e inaceptable y viola la ley humanitaria”.

Una de esas mujeres, enferma de cáncer desde hace siete años, necesitaba radioterapia urgente, un tratamiento que no existe en Gaza. “Primero culpo a la ocupación israelí. Soy una persona enferma, muy enferma. Tengo cáncer y solo quiero tratamiento y curarme. Cuando me dan permiso y voy a Jerusalén respeto las normas del hospital. Voy de mi casa de Gaza al hospital y vuelvo. Yo también tengo derechos como persona enferma y ellos tienen que respetarlos”, critica.

Meses después, las manifestaciones de los palestinos siguen sin servir de nada. Lleva días negociándose una tregua entre Hamas e Israel que no consigue prosperar, y la posición pro israelí de EEUU hace que sea difícil ver una solución cercana al conflicto.

“Las protestas son totalmente apolíticas, no están apoyadas por ningún movimiento armado. Lo único que queremos es reivindicar nuestros derechos y regresar a la Palestina histórica”, explica uno de los jóvenes que cada viernes acude a manifestarse. “No pertenecemos a Hamas. Míranos. La mayoría de mártires y ciudadanos que van a las manifestaciones tampoco. ¿Asustados? Tampoco estamos asustados. ¿De qué? El bloqueo ha terminado con todo. ¿Qué quieren ahora? ¿Matarnos? Ya estamos muertos”. Sienten que no tienen nada que perder, que "morir no importa mucho y que realmente lo más difícil es seguir viviendo", recuerda Beatriz Lecumberri tras las entrevistas que ha realizado en su visita a la zona el mes pasado.

 
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