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Últimos días de Napoleón

Napoleón Bonaparte murió el 5 mayo de 1821 en la isla de Santa Elena. Eso es un hecho histórico. Su médico de cabecera constató que la última palabra que pronunció fue "Josefina...", el nombre de su esposa

SER Historia: Napoleón Bonaparte (09/12/2018)

SER Historia: Napoleón Bonaparte (09/12/2018)

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Madrid

Oficialmente fallece de cáncer de estómago, más conocido entonces como cirro de píloro. Vestido con su uniforme de cazadores, sería velado hasta el día 9 y después de una misa celebrada por el abate Vignali, el féretro sería llevado por doce granaderos.

La madre de Napoleón reclamó los restos de su hijo a Inglaterra, pero no tuvo contestación. Pasaron los años y en 1840 llegó a la isla de Santa Elena una comisión en la que figuraban antiguos compañeros del emperador, entre ellos, el hijo del conde de Les Cases, el que escribe el “Memorial de Santa Elena”, primera biografía de Napoleón, para exhumar sus restos y trasladarlos a los Inválidos de París, donde permanecen hoy día.

Últimamente se cuestiona cómo murió y si los restos mortuorios que se encuentran en su tumba son realmente los de Napoleón Bonaparte. El historiador francés Bruno Roy-Henry cree que las autoridades británicas pudieron haber retirado los restos mortuorios antes de devolver su ataúd a Francia a finales de 1840, y que el cadáver sería el de otro hombre.

Por si fuera poco, un equipo internacional de científicos aseguró, en el mes de febrero de 2001, que Napoleón murió envenenado con arsénico. El estudio presentado en París refuta la idea de los historiadores y de la autopsia realizada que siempre hablaron de un cáncer de estómago. El mayordomo del ex emperador, Louis Marchand, fue el primero en sospechar que el hombre al que servía fue envenenado y en dejar constancia de ello en sus memorias (publicadas en 1955).

El doctor canadiense Ben Weider, que presidió la Sociedad Napoleónica Internacional, así lo creía. Sin embargo, dicha afirmación queda en tela de juicio según un posterior estudio publicado por la revista francesa Sciencie et Vie en 2002. Trabajaron con pelos tomados de la cabellera del propio Napoleón en 1805, 1814 y 1821, sometiendo los diecinueve mechones a la prueba más sofisticada que existe, el rayo sincrotrón, situado en Grenoble. El informe concluye que las altas concentraciones de arsénico detectadas en los mechones de pelo analizados, no se deben a la ingestión de esta sustancia, sino que aparecen en todas las muestras del pelo del emperador, recogidas en un periodo de más de quince años. Conclusión: Napoleón no murió por ingerir arsénico.

Tras medir la cintura de 12 pantalones que utilizó Napoleón entre 1800 y 1821, los investigadores observaron que perdió mucho peso, unos 11 kilos, durante su último año de vida, lo que, según ellos, era signo de que padecía una enfermedad crónica, aparte de su úlcera, y coincide con los síntomas propios del cáncer gástrico. ¿Tantas vueltas para al final llegar al diagnóstico de la primera autopsia realizada por el médico francés Antommarchi?

 

 
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