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Haití estalla nueve años después del terremoto

Los violentos disturbios en Haití amenazan con una crisis humanitaria. Mercedes López, de Alianza por la Solidaridad, ha tenido que salir del país por la creciente violencia y represión de unas protestas alimentadas por la escasez y la corrupción

Haití estalla, nueve años después del terremoto

Haití estalla, nueve años después del terremoto

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Los crecientes y violentos disturbios en Haití desde el pasado 7 de febrero encaminan al país a una posible crisis humanitaria. Es la alerta que ha lanzado Alianza por la Solidaridad. Son muchas las organizaciones que trabajan en la reconstrucción del país, que no termina de salir del desastre tras el terremoto sufrido en 2010, una crisis económica, las sospechas de corrupción y las movilizaciones violentas en las calles que mantienen el país paralizado.

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Pero el aumento de la represión en las últimas semanas está complicando su actividad y ha obligado a regresar a Mercedes López, que trabaja con Alianza por la Solidaridad en el terreno. Desde que se iniciaron las primeras movilizaciones contra Jovenel Moïse, se han contabilizado 52 muertes, 247 heridos y 519 arrestados, asegura la ONG.

Mercedes nos ha descrito de dónde vienen estas protestas alimentadas por el hambre, el desempleo y la corrupción. “La población que llevaba unos meses ya protestando contra el Gobierno pidiendo la dimisión del presidente ha salido a la calle y el nivel de violencia ha sido tal que todo el país ha paralizado totalmente. Ha habido manifestaciones, quema de coches, barricadas y muchos tiroteos porque hay muchas armas, y a medida que van pasando los días hay carencia de alimentos, de agua potable, problemas para acceder a gas butano para cocinar, problemas para para conseguir Gasóleo para para los coches, por supuesto el cierre de toda la administración pública, los colegios los negocios las oficinas”, asegura.

Sólo en los tres últimos meses, la moneda haitiana, el gourde, ha estado experimentando una continua depreciación, hasta llegar al cambio actual de 85 gourdes por dólar, un 23% menos, lo que ha tenido un grave impacto en la inflación y el coste de la vida. Ese desabastecimiento se refleja en las constantes imágenes de “gente buscando agua potable, señoras cargando sus galones de agua que recorrían largas distancias y les veías vagar con su bidón buscando agua o cargando con una botella de butano buscando gas para poder cocinar, y también gente corriendo montando en los autobuses públicos, los pocos que podían circular estos últimos días en la ciudad, escapando de los tiros que había cerca de donde estábamos”, relata Mercedes.

Trabajadores forenses rodean el cuerpo sin vida del policía Simone Jackson este miércoles, en Puerto Príncipe (Haití). El policía y dos conductores de transporte público murieron este miércoles en Martissant, en Puerto Príncipe, cuando miembros de una banda armada dispararon en su contra, aumentado la tensión que se vive en la nación tras las protestas de estos días que han dejado al menos nueve muertos / Orlando Barría

La crisis en Venezuela también ha afectado al país caribeño porque estaba abasteciendo de carburante a Haití, ahora “tiene que buscar el recurso en otro lugar y los precios y las condiciones cambian”, y es al final el pueblo quien sufre esas consecuencias. Ese aumento de precios ya dio lugar el pasado julio a unas revueltas muy violentas que también paralizaron el país.

Pero una de las cuestiones claves de la situación que atraviesa Haití, explica Mercedes, es que “es uno de los países más tocados por el cambio climático y sufre ciclones. El impacto que tienen estos eventos sobre el país no es el mismo que tienen en otros países que tienen unas infraestructuras mejores, con una población más preparada, y esto provoca muchos daños materiales, daños en la producción agrícola y daños también en las en las casas, en las vidas de la de la población”. Ya desde el terremoto de 2010 se han producido otros eventos catastróficos como el huracán Sandy en 2014, una grave crisis por los efectos de El Niño que “llevaron al país a una carencia de agua y una caída de la de la producción”, el huracán Matthew en 2016 o la sequía que ha dejado a más del 40% de la población en una “situación muy grave de seguridad alimentaria”.

A esto se debe sumar la inestabilidad política “que ha dado lugar a descontento de la población y a unas manifestaciones que siguen dando desde que el presidente electo tomó el cargo”. Los manifestantes culpan al gobierno de la situación económica, “de una mala gestión de los recursos, de una muy mala distribución de la de la riqueza del país y de carencia de proyectos sociales y de inversión en las diferentes regiones, y esto da lugar a un descontento que viene además acrecentado por la falta de alimentos, el encarecimiento de los productos y el pago de impuestos indirectos que recaen sobre la población”, explica Mercedes.

Alianza por la Solidaridad trabaja en el sector de las de Seguridad Alimentaria para mejorar la producción “para que los agricultores puedan tener una producción más rentable y más sostenible” y en la gestión de riesgos y desastres, preparando a las comunidades ante el riesgo de ciclones, terremotos o la sequía. Sin embargo, Mercedes asegura que en este momento no tienen acciones en curso por el recrudecimiento de la violencia en las calles. “Estas semanas se está retomando tímidamente el trabajo, pero con unas en suspensión total de los desplazamientos”, cuenta. “Durante los últimos veinte días ha sido imposible trabajar, desplazarse de una ciudad a otra, las poblaciones han quedado totalmente aisladas, los equipos han quedado aislados en las zonas de trabajo y todo ha estado paralizado”.

Local residents argue with a policeman while the casket of a man shot dead during anti-government protests lies on the ground in Port-au-Prince, Haiti, February 22, 2019 / IVAN ALVARADO

Mercedes cree que no es normal que haya tanta violencia en las calles en una población que es “muy resiliente, ha aprendido a caerse y levantarse”. Por eso alertan de la gravedad de la situación. “Ellos buscan una alternativa, el problema es que la alternativa política es difícil. En este momento no hay ningún candidato que el pueblo también avale, entonces se encuentran en una situación un poco desesperada y abandonada” en un país en el que la riqueza está fatal distribuida, en muy pocas manos, con una clase media muy pequeña.

Cuando se produjo el terremoto de hace nueve años llegó ayuda humanitaria de todo el mundo para reconstruir Haití, pero esa ayuda podría haberse gestionado mejor, reconoce Mercedes. “había muchos actores y el poder político también era muy débil, los problemas de coordinación a lo mejor contribuyeron a que esta ayuda no fuera todo lo eficaz que cabría”, pero en estos años se ha ido mejorando para aprovechar mejor los recursos, asegura. “El problema de Haití es que hasta que no exista una inversión en infraestructuras que pueda hacer que los proyectos de desarrollo puedan tener más objetivos a corto y largo plazo y esos avances se puedan ir consolidando, la situación del país es muy difícil y estamos en un en un ámbito de emergencia donde hay que trabajar resolviendo las crisis humanitarias que se van dando ya sea por los eventos climáticos, por la mala gestión de los recursos naturales o en este caso por la inestabilidad política que ha llevado al país a un perfecto caos”.

 
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