Memorias de África
Madrid
Hace tres años estuve en Mozambique haciendo un programa sobre la lucha contra la malaria. Hace cinco viajé a Mali para contar cómo trabaja sobre el terreno “Acción Contra El Hambre”. Y hace trece, en el momento álgido de los cayucos, visité Senegal para entender por qué la gente se jugaba la vida en el mar. Lo comprendí a los diez minutos. Por eso me irrito –y me desanimo- cada vez que se habla de los migrantes africanos como una molestia o como una amenaza; ya sea por desconocimiento o por mala fe. Y por eso cualquier iniciativa que contribuya a desactivar esas minas de intolerancia me parece un acierto. No predicando ni dando sermones morales, sino con el arma más poderosa que es la información.
Hoy traemos a “La Ventana” un libro escrito por alguien que se ha pateado África desde hace años y es capaz de contarnos multitud de historias: la de una niña en Madagascar que quiere ser maestra, la de un fotógrafo en Mali, un cantante en Senegal, de niños serpiente en Togo, la historia de un cadáver en un canal de aguas fecales en Sierra Leona, de esclavos en el Sáhara, un poema sobre el ébola, un árbol para que duerman los pájaros en Namibia… Alguien que entendió que los seres humanos ríen, lloran, opinan, triunfan y fracasan en cualquier lugar; igual que nosotros. La única diferencia es que ellos han tenido peor suerte por dónde les ha tocado comenzar la partida.