El Texas español está en Burgos
Viajamos por las 'Carreteras Secundarias' de Bru Rovira y Valentina Rojo hasta Sargentes de La Lora, un pequeño municipio en el que el petróleo brotó en la década de los sesenta y en el que se encuentra el único campo petrolífero de la España peninsular
El Texas español está en Burgos
29:47
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/001RD010000005600206/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Sargentes de la Lora
Al norte de la provincia de Burgos y al sur de Cantabria se encuentra Sargentes de la Lora, un pequeño municipio que saltó a la fama el 6 de junio de 1964 por ser el primer lugar de la España peninsular en el que brotó petróleo. Hoy, solo quedan recuerdos de todo aquello ya que el Gobierno no ha renovado la concesión a la empresa que explotaba el campo petrolífero de Ayoluengo, la pedanía de Sargentes que da yacimiento.
En torno a las 11:45 de aquel día de junio salió disparado el primer chorro de "oro negro" que pilló desprevenidos a los operarios debido a un fallo en la válvula de seguridad del pozo y produjo un vertido que tiñó de negro las fincas aledañas donde se sembraba trigo y cebada. Los vecinos pronto corrieron a buscar espigas manchadas de petróleo que recogían como símbolo de prosperidad. El hallazgo trajo esperanza para el pueblo y toda la comarca en una España que luchaba por dejar atrás el hambre y la pobreza. Pocos años antes, en 1959, la dictadura franquista había aprobado el Plan Nacional de Estabilización que ponía fin al período autárquico de la economía y, paralelamente, conseguía normalizar sus relaciones internacionales y acabar con el aislamiento al que se vio sometido el régimen durante años.
“Recuerdo mucha gente, mucho periodista y mucha mentira. Solo sacaban las zonas de atrás, los pajares de las casas, lo más pobre como diciendo: mirad qué pobreza hay aquí y van a convertirse en millonarios” recuerda Nardi, la hija de la telefonista de Sargentes que comunicó la noticia al mundo. La llegada de periodistas fue constante durante meses. Periódicos, radios e incluso televisiones se acercaban hasta el nuevo hallazgo para inmortalizar el momento en el que un recóndito pueblo de Burgos parecía convertirse en el Texas español. Para cuando salió petróleo, Sargentes llevaba años perdiendo población debido a un agudo proceso de éxodo rural. En un primer momento, esta industria llegó a dar empleo a 400 personas en 52 pozos petrolíferos y parecía garantizar un provenir seguro para quye las siguientes generaciones no tuvieran que marcharse.
Sin embargo, la esperanza de prosperidad pronto se truncó. El petróleo de La Lora no era de la calidad esperada y solo se podía utilizar como combustible de caldera porque no se podía refinar con la tecnología de la época. Tanto es así que, como señala Idoia Prieto, responsable del Museo del Petróleo de Sargentes de La Lora, “el petróleo se iba comiendo todos los tubos por los que pasaba en la refinería de Vizcaya. Rompió toda la infraestructura de Petronor en la época.”
Manolo era un niño cuando se produjo el milagro del petróleo y posteriormente fue jefe de la torre del yacimiento. Todavía recuerda cómo se acercaban después de la escuela hasta los pozos a observar los trabajos para su instalación mientras torneaban las campanas de la iglesia del pueblo. Las fotografías de los vecinos paseando el campo de petróleo son el icono de La Lora. Tanto es así que el trasiego de gente formaba parte del entretenimiento del día a día. “El ambiente estaba revolucionado, hubo años de mucho auge” señala.
El hallazgo de petróleo permitió que los trabajadores de la comarca convivieran durante años con ingenieros venidos principalmente de Estados Unidos y Francia que estaban al mando de los trabajos de perforación y mantenimiento. No tardaron en abrirse hasta seis bares como “El Rey del Petróleo” o “Las Guapas”, que se encontraba a pie de campo. Ahora solo queda uno, el “Oro Negro” que regenta Begoña, una bilbaína que cansada de la ciudad se instaló en Sargentes, el pueblo en el que pasó los veranos de su infancia.
En consonancia con la política de transición ecológica, el campo petrolífero de Ayoluengo se encuentra en pleno proceso de desmantelación tras la negativa del Gobierno a sacar a concurso una nueva licencia para explotación de los hidrocarburos, a pesar de que existen empresas interesadas.
Camilo trabajó durante más de treinta años en el petróleo y recuerda cómo se escuchaba de fondo durante el día y la noche el sonido de los caballitos, que es como llaman los vecinos a las válvulas con la que se extrae el petróleo de los pozos. “Para la gente de mi generación el campo petrolífero ha estado integrado en el paisaje. Era algo natural.”
En Sargentes de la Lora hay 114 vecinos censados. El pueblo burgalés del oro negro se queda sin industria y parece tener un futuro del mismo color. Ojalá no sea así.
Daniel Sousa
Es redactor en EL PAÍS Audio y colabora en ‘A Vivir que son dos días’ de la Cadena SER. Ganador del...