De Buenas a PrimerasUn mal día lo tiene cualquiera
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Un mal día lo tiene cualquiera

El día que perdimos el país y tema favorito de nuestros políticos

Siendo como es un país que siempre está en boca de los políticos españoles, hoy vamos a recordar lo que fue un buen día para Venezuela y un mal día para España. O igual debería decir para el imperio español, que un 7 de agosto de 1819 perdió sus territorios del Virreinato de Nueva Granada, el territorio que actualmente ocupan Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Guayana

DEA / M. SEEMULLER (Getty Images)

España

Los dominios de la corona española en Sudamérica llevaban mucho tiempo intentando cortar las amarras que los unían con esta. Al frente de este movimiento independentista se encontraba Simón Bolívar, que pasaría a la historia como “el Libertador”. A principios de agosto de 1819, las fuerzas realistas, leales a Fernando VII -ese rey que se parecía a Álvarez Cascos y era conocido como el “rey felón”- se acercaban hacia la ciudad de Bogotá, y los republicanos, comandados por Bolívar, decidieron cortarles el paso.

La perdida de Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Guayana

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Las fuerzas realistas se enfrentaron a los republicanos en la Batalla de Boyacá, en la que estos últimos contaban con una ligera superioridad numérica. Como dato positivo cabe resaltar que los fieles a la corona española pronto vieron que iban a ser derrotados y se rindieron, con lo que solo murieron unos 100 soldados realistas y unos 13 de los “patriotas” de Bolívar. El virrey, la máxima autoridad de la corona en tierras latinoamericanas, huyó de Bogotá, y el ejército libertador pudo entrar triunfante pocos días después de su victoria.

Así, la corona española perdió una extensión nada desdeñable de territorio americano. Pero, teniendo en cuenta cómo estaban las cosas en España en 1819, al rey casi le convenía deshacerse de este territorio y ahorrarse dolores de cabeza. Irónicamente, ciertos gobernantes de hoy parece que prefieren centrarse en los dolores de cabeza que les provoca Venezuela, e ignorar los que tenemos en nuestra propia casa.

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