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Un mal día lo tiene cualquiera

La peor manera de dejar de ver a tu familia

Todos hemos deseado en algún momento no tener que visitar a un primo pesado que te va a explicar lo bien que le va a él en la vida y lo mal que te va a ti. Es probable que los berlineses de 1961 también tuvieran a un familiar pesado al que no querían ver ni en pintura

Pierre MICHAUD Getty Images

España

A los vecinos de Berlín la noche del 12 de agosto de ese año les deparó un cambio brutal que conviviría con ellos durante 28 años. Después de la derrota de la Alemania nazi en la segunda guerra mundial, el país había quedado dividido en dos: una parte en manos de las potencias occidentales y la otra bajo el control de la URSS. Lo mismo sucedió con la capital, Berlín. El país que controlaba la parte este, la República Democrática Alemana, no estaba muy satisfecho con la idea de que unos cuantos de sus ciudadanos prefiriesen las mieles del capitalismo y se fugaran hacia el lado occidental de Berlín. Para acabar con esa hemorragia, las autoridades de la RDA decidieron cortar por lo sano: levantaron de la noche a la mañana una pared que separase su parte de la ciudad de la otra. Bueno, en realidad empezaron esa noche, pero dejaron bien claro que ir hacia el otro lado, por el motivo que fuese, sería penado con la muerte.

La peor manera de dejar de ver a tu familia

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Por el entusiasmo que mostraron el día del derribo del muro en noviembre de 1989, parece ser que los berlineses sí tenían ganas de volver a ver a sus familiares, por pesados que fuesen. No queda constancia de cuantos se arrepintieron unos meses más tarde.

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