Galileo Galilei
«Nunca he conocido a un hombre tan ignorante que no pudiera aprender algo de él» y «¿Quién se atrevería a afirmar que sabemos todo lo que hay que saber?» son dos frases con fundamento atribuidas a Galileo Galilei, considerado el padre de la física y la astronomía moderna
SER Historia: Galileo (08/09/2019)
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Madrid
Cuando Galileo descubrió la existencia de las cuatro Lunas en Júpiter, en 1610, el modelo geocéntrico del Universo se empezó ya a tambalear definitivamente. Desde entonces, la exploración de nuestra Luna y otros satélites del Sistema Solar nos ha permitido repensar nuestra concepción del espacio, y extender los límites de nuestro conocimiento.
La invención del telescopio en Holanda, en 1609, aunque últimamente este invento se atribuye a Juan Roget unos veinte años antes, fue decisiva. El hecho cierto es que fue un detonante para Galileo, y que le motivara a construir y mejorar uno de esos aparatos. E hizo una espectacular demostración en el campanille de la Plaza de San Marcos, en Venecia. Pero no fue una tarea sencilla de realizar, sus conocimientos no eran los requeridos para tan ardua labor, sin embargo, intentó una y otra vez, hasta que sus descubrimientos alterarían drásticamente la compresión astronómica de aquellos tiempos: la tierra giraba sobre sí misma y además lo hacía alrededor del Sol. Se estaba creando un nuevo paradigma científico y astronómico.
Galleo pudo descubrir que los cielos y los astros no eran perfectos, algo que contradecía la doctrina aristotélica, pues esta decía que los cielos eran perfectos e inmutables y que en conjunto todos los astros que se veían giraban alrededor de la Tierra, tal como lo indicó Claudio Ptolomeo.
Galileo, demostró que el modelo de Copérnico era el más correcto, según sus observaciones. Sus aseveraciones le otorgaron gran prestigio y a su vez, le ocasionaron fuertes enemistades. La hipótesis heliocéntrica de Copérnico en 1616, fue censurada por la Inquisición. Aun así, Galileo siguió adelante defendiendo sus observaciones y deducciones como certeras. Como era de esperar, sus enemigos lograron juzgarlo en 1633 y fue condenado de por vida a arresto domiciliario, en las proximidades de Florencia y a que adjurase públicamente de afirmaciones tan osadas que iban en contra de la Biblia.
Escribió algunas obras relacionadas con la mecánica y se quedó ciego de tanto observar por el telescopio. Con muchos achaques y disgustos encima, fallece a los 77 años en su casa Arcetri, cerca de Florencia, el 8 de enero de 1642.
«Mide lo que es medible, y haz medible lo que no lo es», dijo y él lo hizo posible, aunque eso casi le cuesta la vida, en una época donde era mejor creer que saber.