Carmen Maura: "Nunca me sentí una chica Almodóvar, me sentía una chica que aguantaba a Almodóvar"
La actriz encadena proyectos en Latinoamérica, llevará a Francia la obra de teatro 'La Golondrina', confiesa que nunca se ha sentido una estrella y se pronuncia sobre 'Dolor y Gloria'
Madrid
Nunca se ha sentido una estrella ni cree que le falte algo por hacer. Carmen Maura (Madrid, 1945) está de vuelta de todo. Intenta controlar cada frase –"no quiero dar comillas, ah bueno, esto es para la radio"- pero le gusta conversar sin filtros. De la vieja escuela, asegura que le importa más lo que hace frente a la cámara que la parafernalia que rodea al mundo del cine. Ha ganado Goyas con películas de Carlos Saura y Álex de la Iglesia, pero su carrera siempre estará vinculada a los grandes éxitos de Pedro Almodóvar. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, La ley del deseo, Mujeres al borde un ataque de nervios, Volver…
"Nunca me sentí en realidad una chica Almodóvar, me sentía una chica que trabajaba con Almodóvar, que aguantaba a Almodóvar, pero no una chica. Pero los periodistas convertisteis la movida en una cosa, y de repente me convertí en la reina de la movida, yo no tenía nada que ver, que me iba a casa a las 11:30h de la noche, no era nada jacarandosa, era la más mayor de todo el grupo", dice con aspavientos.
Desde hace años no tiene trato con el director manchego. Pero sí ha visto su última cinta, Dolor y Gloria. "Sí, muy bonita película, me impresionó". ¿Sientes que hay una parte de expiación de los pecados de Almodóvar? "Quizás él lo haya hecho para eso, pero no lo creo. Sí pienso que él lo ha hecho un poco así, pero no sé, no sé, estoy demasiada metida en el ajo para…". Prefiere no seguir hablando.
Celebra la suerte de haber podido trabajar tanto, pero presume de poca ambición. "Nunca le he dado mucha importancia a lo que llaman la carrera, llamarlo la carrera es una equivocación porque no lo puedes controlar. Esa gente que, ya desde que empieza, quiere llegar a tal sitio, tal sitio, pues hay caracteres para eso. Yo me acuerdo cuando fui por primera vez a Los Ángeles con Antonio Banderas, él era un enano, un niño, tenía veintipico y muy poco pico. Yo ya tenía como 40. Entonces vi la diferencia del impacto de Los Ángeles en él y en mí, él sí que dijo: esto es lo mío, yo quiero esto. E íbamos en el descapotable, y con el pelo que se puso así (gesto de pelo relamido), y decía que quería eso. Y yo sentí que no era lo mío. Depende de cada uno, pero nunca le ha dado importancia".
De ahí que no se sienta una estrella. Y eso que desde hace unos años se lo repiten en muchas galas de premios. "Afortunadamente tengo una especie de esquizofrenia que separa a las dos. Está la artista, y luego la Carmen fuera de eso, no tienen nada que ver. He sido capaz de separarlas completamente. A veces hablo incluso de ella, pues imagínate. Cada vez que vas a un sitio y te ponen muy bien. O alguien busca trabajar contigo. Yo me lo tomo como si hablaran de otra. Lo llevo fenomenal, no me identifico con la estrella. Es como si fuéramos dos. Lo digo de verdad. En el campo podría haber sido campesina y nada más".
En el campo ha grabado su última cinta que se estrena este viernes, Cuernavaca, la ópera prima del director mexicano Alejandro Andrade, en la que interpreta a una abuela cascarrabias que tiene que lidiar con un nieto aturdido tras la muerte de su madre y la ausencia de su padre. Acaba de rondar una cinta en brasileño, tiene varias series en marcha de las que no puede hablar y estrenará a finales de año la obra de teatro ‘La Golondrina’ en francés. "Estoy acojonada, se me ocurrió rápidamente, pero nunca lo he hecho", cuenta entre nerviosa y emocionada.
Como actriz, no se arrepiente de nada. "Me puedo dar con un canto en los dientes. Como persona sí he podido meter la pata bastantes veces. Pero no soy de reconcomerme, lo pasado, pasado está. No me regodeo con las equivocaciones o malos rollos y luego tengo lo de jugar a ser actriz. Por ejemplo, si me veo en una película con una frase que he dicho mal, no se lo digo a nadie, ni lo cuento ni nada. No me juzgo. Cuando veo las películas, las veo como si fuera otra", incide en ese desdoblamiento entre la Carmen actriz y la Carmen abuela que le ha hecho relativizar todo. "No veo ya ningún trabajo como que sea la vida o la muerte para mí, que vaya a cambiar algo".
Le teme a los entrecomillados y le preocupa que ya no se puede bromear con nada. Eso opina de una de sus últimas polémicas. Cuando dijo al recoger la medalla de las Artes de la Comunidad de Madrid que "había que proteger a los hombres" y que estaba un poco cansada de tanto #MeToo. "Después de las veces que metí la pata, he decidido estar calladita un tiempo, por eso tengo mucho cuidado. Pero es muy difícil, en realidad me da igual que se enfaden o se dejen de enfadar conmigo. Y sobre todo, a ver si volvemos a tener la libertad de poder decir lo que queramos como en los años 80. Éramos mucho más libres", concluye.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...