Emilia Pardo Bazán
Destacó como novelista, ensayista, políglota y crítica literaria. En un mundo dominado por los hombres, tuvo que afrontar burlas, ironías y desdenes por atreverse a intervenir con firmeza y brillantez en ámbitos tradicionalmente masculinos y por defender unas ideas que hoy podemos considerar precursoras del feminismo
Madrid
En su extensa obra literaria destacan las novelas, que siguen de cerca las tendencias de la literatura europea de finales del siglo XIX y principios del XX. Dentro de esta importante producción narrativa sobresale entre todas sus novelas “Los Pazos de Ulloa” (1886) adscrita al naturalismo.
SER Historia: Emilia Pardo Bazán (10/11/2019)
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A raíz de la publicación de una selección de sus artículos, “La cuestión palpitante”, donde daba cuenta con toda crudeza de la realidad de su época, recibió numerosas críticas por ser condesa y además mujer casada y madre, lo que la llevó a separarse de su marido que, por los comentarios recibidos, quería que abandonase su vocación literaria. En sus obras defendió a la mujer y a su derecho a la instrucción, más allá que como madre: “La maternidad es función temporal, no puede someterse a ella la vida …/… Además de temporal, la función es adventicia: todas las mujeres conciben ideas, pero no todas conciben hijos. El ser humano no es un árbol frutal que sólo se cultive por la cosecha”.
En su novela “La Insolación” hizo referencia al deseo erótico de la protagonista, lo que fue un escándalo, que Clarín calificó de «boutade pseudoerótica de la ilustre dama», Y también de «un episodio de amor vulgar, prosaico, es decir, de amor carnal no disfrazado de poesía, sino de galanteo pecaminoso y ordinario: es la pintura de la sensualidad más pedestre”.
Mantuvo relaciones sentimentales durante muchos años con Benito Pérez Galdós, al que dice en una de sus misivas “… releo tu carta y me río con el episodio de aquella prenda íntima. ¿Qué habrá dicho el guarda de la Castellana al recogerla? ¿Qué impresión moral será la suya? Por fortuna esa prenda no tenía marca que llevan otras de su mismo género: una E coronada…”; y tuvo otros amoríos con jóvenes del ambiente literario como Lázaro Galdiano (a quien dedicó La Insolación), con Vicente Blasco Ibáñez y Narcís Oller. Además, luchó sin éxito por entrar en la Real Academia Española (RAE) siendo uno de sus mayores adversarios el escritor Juan Valera. Consiguió ser la primera mujer socia de número del Ateneo de Madrid y también en presidir la Sección de Literatura de dicho Ateneo y en ocupar una cátedra de literatura en la Universidad Central de Madrid, a la que tuvo que renunciar al no asistir alumnos a clase.
En resumen, además de una gran escritora, fue una precursora en la lucha por los derechos de la mujer que defendió que la literatura y la vida no deben depender y juzgarse según el sexo de la persona.