Un país atrapado
El futuro pone problemas y quizá tenga que ver con que este es, por alguna razón, un país al que el pasado atrapa
Un país atrapado
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Madrid
A ver si todo va a tener una explicación. Llevamos meses con las metáforas gastadas y le pasa a la situación política lo que a los goles de Messi, pero sin emoción, que uno ya no sabe cómo describirla: el bucle, la rueda, la rotonda. El futuro pone problemas y quizá tenga que ver con que este es, por alguna razón, un país atrapado. No es el único: los hay que están peor. Peor sería el 'brexit'. Italia tiene al gobierno en el alero, Israel va a terceras elecciones. A nosotros, ¿por qué nos pasa?
Nos pasa, quizá, porque hay voces del pasado que no se van. Y eso que, por ejemplo, Esperanza Aguirre dimitió tres veces. Pero permanece con esos contratos que esta mañana nos cuenta Javier Ruiz. El pasado lo fueron guardando en cláusulas secretas, en cajas fuertes que se aparecen de pronto ahora y cada vez que alguien se pone a mirar al frente te vuelven más grande el retrovisor.
Lo que quiera ser la política no se entiende sin conocer el conflicto catalán, que viene de lejos, o los debates sobre la Constitución de hace 41 años que resultan tan vigentes. Hay más novedad en los diarios de sesiones del año 77 que en todo lo poco que el Congreso ha debatido este año. Si han tenido que pasar décadas para la primera coalición de izquierdas. Tiene sentido entonces...
Tiene sentido que el vacío lo vayan ocupando de momento las memorias, de las que Pedro Sánchez ya escribió unas y a las que Mariano Rajoy ha puesto incluso su voz en el estudio de grabación, como si fuese a doblar a Humphrey Bogart en Casablanca. Atrapados en el tiempo. De hecho, pase lo que pase hoy, la peli ya la habremos visto: lo que digan Casado, Iglesias, Sánchez, lo que encargue o no encargue el rey. Y así estamos, esperando un imprevisto giro del guión. Eso, por no hablar ya de los finales felices.