Guerras de adultos, muertes de niños

Madrid

En el catálogo de frases para capturar elementos del ser humano, pocas me parecen tan acertadas como la de Rainer María Rilke, cuando dijo aquello de que “la verdadera patria del hombre es la infancia”. Tenía mucha razón este poeta austríaco porque los recuerdos, las vivencias, todo lo que nos ocurre de niños -o de niñas- no es sólo que resulte especial, es que marca nuestra personalidad, nuestra manera de ser. Para bien o para mal. Y ahí la suerte, el destino, que cada uno le llame como quiera, juega un papel determinante. Si cogemos un mapa del mundo, un simple palmo de diferencia en el lugar de nacimiento puede marcar si esa infancia que es la patria tendrá esta banda sonora:

Un colegio, un recreo, juegos, pajaritos de fondo… Pongamos que es España. Pero un palmo de mapa más abajo, la banda sonora puede ser esta otra:

A tiro limpio. Balas en lugar de lápices. Aquí el juego es vivir o morir. Pongamos que es Sudán del sur, el país más joven del mundo, donde miles de niños son reclutados a la fuerza. Hoy se celebra el Día internacional contra el uso de los niños como soldados. Y, por cierto, esa diferencia según donde caigas de mapa me recuerda a otra frase, de otro escritor, en este caso de Honoré de Balzac: “Hay personas que no pueden contar con nada, ni siquiera con el azar”.