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El realismo impondrá su ley

La magnitud de la tarea de reconstrucción, por sus múltiples derivadas, no podrá ser acometida solo con mayorías parlamentarias en el alambre, sean de derechas o de izquierdas

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Madrid

Algunos creen que estamos ante una crisis aguda que no tardará en pasar y que olvidaremos pronto, un mal sueño. Otros pensamos que no; que iniciamos un tiempo distinto que obligará a alterar sustancialmente muchas cosas. Henry Kinssinger, 96 años, el todopoderoso secretario de Estado de EEUU con  Richard Nixon y Gerald Ford, un hombre del que nunca hay que fiarse pero al que hay que escuchar con atención, dice que este momento definirá una época y que de esta crisis nacerá un nuevo orden internacional. En lo que hay coincidencia absoluta es que, tras el terremoto, el paisaje será devastador y que se necesitará la unión de todas las fuerzas en cada país y en las estructuras supranacionales. 

El realismo impondrá su ley

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En España hemos roto a hablar de los 'pactos de la Moncloa' de 1977, que no se trata de reeditar sino de usar como referencia de algo que, de una forma u otra, tendrá que terminar haciéndose. Ya sé que a día de hoy es un tema con demasiado trasfondo tóxico; la derecha lo maneja para cargarse a Podemos; y Podemos lo rechaza porque en su análisis los pactos de 1977 fueron una traición a la clase obrera y ahí nació la falsa salida a la Transición. Es una tesis que olvida algo fundamental; no había alternativa. En 1977, aunque los socialistas y los comunistas hubieran querido ir juntos (que era lo último que querían) la aritmética parlamentaria no lo hubiera permitido, no pesaban lo suficiente. Mandó el posibilismo, y estoy seguro que también en este caso mandará. El realismo impondrá su ley de inmediato o no demasiado después.

La magnitud de la tarea de reconstrucción, por sus múltiples derivadas, no podrá ser acometida solo con mayorías parlamentarias en el alambre, sean de derechas o de izquierdas. Lo que decimos de Europa, que si no une sus fuerzas no conseguirá superar el trance; lo que decimos del independentismo catalán, que con medio país en frente no alcanzará su meta... vale también aquí. Sin una amplia base de acuerdo en lo fundamental, la ciudadanía, tras pasar por el espanto del coronavirus, recibiría como regalo una pelea política descarnada y ni se lo merece ni creo que lo aguantara. 

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