"A la crisis de la pandemia vamos a tener que añadir una crisis alimentaria gravísima"
La COVID19 puede doblar el número de personas en situación de hambre extrema. Olivier Longué, director de Acción Contra el Hambre, teme que en países africanos o de América central el confinamiento acabe con el sustento de familias que viven de la economía informal
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La COVID19 dejará a 265 millones de personas en países de ingresos bajos y medios bajo seria amenaza de sufrir hambre agravada según una proyección del Programa Mundial de Alimentos, el doble de los que la padecían en 2019.
En África y América Latina la pandemia de coronavirus sigue estando bastante contenida por el momento, sin embargo, el director general de Acción contra el Hambre en España, Olivier Longué, asegura que hay “una doble crisis: sistemas sanitarios que no van a tener la capacidad de gestionar la pandemia” y unas medidas de confinamiento que serían imposibles en países donde el 80% de la gente vive de la economía informal.
“A la crisis de la pandemia vamos a tener que añadir una crisis alimentaria gravísima porque hablamos del hambre en el contexto urbano, que es de muy difícil solución”, alerta el director de la organización.
La India, los países africanos y países de Centroamérica son los que más peligro corren de sufrir esta crisis si los ciudadanos se ven obligados a confinarse y perder su medio de vida. “En Guatemala, por ejemplo, más de la mitad de la población vive del sistema informal”, dice Longué.
Pero lo más preocupante, insiste, es que se trata de “la economía de lugares en los que la familia es el núcleo de seguridad. Son familias donde hay una enorme redistribución y a menudo a través de las mujeres”.
El aspecto positivo es la juventud de muchos países africanos en lo que un 60% de la población tiene menos de 18 años. “Esto es un elemento de esperanza porque a lo mejor la pandemia no tiene el mismo impacto”. Aunque a Longué le preocupa “la relación que hay entre la desnutrición y la pandemia”. Por un lado, están estudiando si el virus tendría un efecto más nocivo en un niño desnutrido, y por otro, si la enfermedad puede generar desnutrición.
La respuesta a la pandemia de forma individualizada y egoísta también preocupa a la ONG. “Cada país se ha encerrado en sí mismo, volvemos a un discurso xenófobo”, recuerda Longué. Y se sorprende de que la misma reacción racista que hubo en Europa con el Ébola la hay ahora en África, donde plantean prohibir a los europeos la entrada al continente para evitar contagios.