Luto nacional

Madrid

Hemos empezado el luto nacional de la peor manera posible, con una sesión parlamentaria en la que se manosearon sin pudor instituciones y a la que volaron los insultos. Cayetana Álvarez de Toledo se saltó la última barrera de lo admisible en democracia y en sociedad y supongo que también en alta sociedad.

El PP debe explicarlo si tiene algún límite su estrategia desestabilizadora o si piensa seguir sin frenos, aunque estallen las costuras de la convivencia. Si no nos une la memoria de nuestros muertos, ¿podemos esperar unidad en los planes de recuperación económica o nos lanzaremos como lobos sobre las ayudas europeas, cada uno con su enfermiza parcialidad.

¿Creemos que el escandaloso espectáculo de nuestras guerras fratricidas no llega a Europa?, ¿creemos que no afecta a nuestra solvencia ante los países cuyo respaldo reclamamos en el momento en que ellos han de debatir el proyecto en sus parlamentos?

Si hubiéramos sabido conservar el espíritu con el que abordamos la pandemia, aquellos primeros aplausos de las ocho, estaríamos preparándonos para afrontar las dificultades que se avecinan con una gran convicción en nuestra capacidad colectiva, espoleados por los ejemplos de solidaridad que hemos visto por las muchas iniciativas de apoyo a los más desfavorecidos puestas en marcha por este hoy denostado Gobierno y estaríamos orgullosos de que mañana se fuera aprobar el ingreso mínimo vital, un avance social histórico el mayor desde la ley de dependencia.

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