El hambre que no se ve en las colas: sobrevivir a la pandemia sin ingresar un solo euro
"Si te centras en lo burocrático, ocurre que tiene que surgir la ciudadanía para apoyar a los vecinos", explica Roberto Borda, de la Asociación Apoyo, que ayuda a decenas de familias durante la pandemia
Este viernes, el Consejo de Ministros aprobará el Ingreso Mínimo Vital, clave para ayudar a miles de familias afectadas por la crisis económica que deja la Covid-19
El hambre que no se ve en las colas: sobrevivir a la pandemia sin ingresar un solo euro
15:05
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1590736561_432_cut/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Madrid
Más de 600 mil familias de nuestro país no ingresan ni un solo euro para poder vivir. Tras la crisis de 2007 muchas redes familiares y vecinales sostuvieron a los que cayeron al precipicio de la pobreza, pero las secuelas económicas del coronavirus han castigado aun más a unas familias que, o no habían salido del precariedad absoluta, o si lo estaban haciendo han retrocedido a aquella casilla de salida o incluso, están peor.
Más información
Así que el ingreso mínimo vital que se aprueba este viernes es para ellos una especie de salvavidas en medio de este oleaje en forma de crisis que ha desnudado la ya precaria economía de millones de hogares. Familias que necesitan urgentemente ese ingreso para poder comer.
"Me dijeron que lo único que tenía eran las comidas de Telepizza para mis hijos. ¿Y los fines de semana? ¿Y para desayunar?"
Moratalaz es ejemplo, como otros muchos barrios obreros, donde hay casos aún más extremos entre estas familias que necesitan ese ingreso mínimo vital que irá desde los 462 a los 1.015 euros al mes. Hogares que ya han caído al peor precipicio, familias sin ningún tipo de ingreso y que para algo tan básico como la comida de sus hijos, dependen absolutamente de las redes vecinales.
"Es una situación muy delicada, porque me pregunto yo, ¿cómo hago para sacar adelante a mis hijos?", explica esta madre de 34 años, y con dos hijos, de 10 y 5 años, a la que hace unos meses suspendieron la renta mínima de inserción, y que no ingresa absolutamente ni un solo euro. Lo que recibía hasta entonces tampoco le llegaba para pagar los gastos y la comida de su hogar. Ahora su comida le llega por la ayuda de sus vecinos y de la asociación apoyo.
No entra ningún ingreso a casa. Asegura que perdió la renta porque le pidieron más documentación y aunque ha vuelto a llamar varias veces a los servicios sociales no ha vuelto a recibir nada. A sus hijos d espués de mucho insistir, finalmente le concedieron la beca de Telepizza. Para ella, en cambio, no ofrecieron ninguna solución.
"Volví a llamar y me dijeron que lo único que tenía eran las comidas del Telepizza. ¿Y los fines de semana? ¿Y qué cenan? ¿Y qué desayunan?", comenta esta madre que ha acudido durante la pandemia en repetidas ocasiones a los servicios sociales, que prácticamente se desentienden.
Desde que la semana pasada volvieran las empresas de cátering a los comedores de muchos colegios la situación ha mejorado, pero de no ser por sus vecinos no podría garantizar su plato de comida.
"Si estuvieran en nuestra situación, no pensarían en que es una paguita"
Esta familia, que hasta hace poco vivía en las infraviviendas de la Cañada Real, espera que los gobernantes cumplan tantas promesas y que de verdad no se queden atrás familias como la suya. "Ahora estoy fatal, ¿y si pierdo la casa?", se pregunta esta madre, quien pide que se deje de hablar de ellos como receptores de regalos o "paguitas", porque "se siente mal al escuchar eso". "Si estuvieran en nuestra situación, no pensarían así. Hay que tener empatía. Somos personas humanas", añade y pide a los que no conocen de cerca la realidad de familias como la suya que dejen de juzgarles y se pongan por un segundo en su lugar.
- "es indignante que se hable de paguitas"
La ayuda que le aporta la Asociación Apoyo le permite elegir qué quiere en la cesta de la compra y ellos se lo llevan directamente a casa. Ella no ha tenido que pasar por las colas tan vivibles del hambre, pero sí familiares y conocidos. "Es una situación que no te la crees", declara.
El ingreso mínimo que esperan ella y muchos de sus conocidos "no es un regalo", insiste, y reconoce estar muy mal psicológicamente con la situación. Lo peor, explica, es responder a sus hijos cuando se van dando cuenta de todo. "A lo mejor estoy en la cocina y me ven llorando y me preguntan que qué me pasa", explica.
Pide a los gobernantes que no eternicen los trámites y que les ayuden urgentemente porque prevé un futuro mucho más complicado que el que ya está sufriendo.
La asociación pide que se compatibilicen las ayudas del Gobierno y de las Comunidades Autónomas
La historia de esta madre y sus dos pequeños se repite ahora mismo en el desayuno que intentan sacar de donde sea las más de 600.000 familias como esta que sin ningún tipo de ingreso intentan sobrevivir en nuestro país.
Una de las grandes dudas que tiene que aclarar el Gobierno es cómo se va compatibilizar ese ingreso mínimo vital que va a poner en marcha con las ayudas que se dan desde las Comunidades Autónomas. Esta asociación, que ayuda a un varias familias en Moratalaz y que tiene muchos años de experiencia en la lucha contra la pobreza, pide que las comunidades mantengan la renta mínima, que es la última ayuda que se puede solicitar, y que sea el estado el que complete el resto hasta llegar al ingreso mínimo vital.
Lo pide Roberto Borda, todo un veterano en esta batalla social. Él y una enorme red de voluntarios de la Asociación Apoyo se han enfrentado a muchas crisis y han denunciado muchas políticas que generan sufrimiento y ahora están siendo el único sostén de muchas familias en Moratalaz. "Empezamos atendiendo a gente que por el tema de la crisis sanitaria no podía salir de casa y cada vez fueron más las vecinas que se acercaron a nosotros diciendo que su problema era que no tenían para comprar alimentos", comenta.
En plena pandemia organizaron una despensa solidaria que alimenta a un centenar de familias, en total más de 400 personas , porque las administraciones no están cumpliendo sus obligaciones con estas personas.
"Las administraciones responsables se están apuntando el tanto de liderar una respuesta cuando lo que han hecho ha sido atender con lo que han podido", explica Roberto. Desde Apoyo, consideran insuficiente la respuesta que están dando tanto la Comunidad como el Ayuntamiento de Madrid a esta emergencia social.
Como subraya Roberto, esta visibilización exponencial de la pobreza e incluso del hambre tiene sus cimientos enraizados mucho antes de la pandemia. Tal y como explica, las administraciones no han reaccionado a la velocidad de la urgencia, y teme que esto siga saltando por los aires. "No sé como el alcalde puede decir que se está atendiendo a todos. Tengo conocidos que hace quince días les tomaron los datos y no han vuelto a recibir llamada", explica.
"Si te centras en lo burocrático, ocurre que tiene que surgir la ciudadanía para apoyar a los vecinos", añade Roberto, quien prevé que esto va para largo, por ello, desde la asociación piden un plan serio de respuesta a esta situación de pobreza porque es estructural y no se puede improvisar a cada recaída de la economía.
Es el hambre que no se ve en las colas y que hoy, en la segunda entrega de estos reportajes que estamos haciendo en Hoy por Hoy, nos lleva a otro barrio madrileño muy castigado por esta crisis sobre crisis, la pobreza que estaba ahí como si no quisiéramos verla y que ahora no podemos obviar.