La camelia 'Richard Nixon' y otras especies exóticas de Luarca
Un paseo por los jardines públicos más sorprendentes dentro y fuera del cine
Madrid
En la Navidad de 1574 los sevillanos comentaban la gran novedad: un jardín para todos. Era insólito, algo desconocido en toda Europa desde hacía más de mil años... desde que Roma había construido los primeros, inspirados por fábulas que imaginaban a los dioses disfrutando de un jardín en la cumbre del monte Olimpo.
En el siglo XVI la Corona española construyó las dos primeras zonas ajardinadas públicas modernas, laicas y ornamentales: el Paseo del Prado en Madrid y la alameda de Hércules en Sevilla. La práctica quedó establecida en las capitales europeas, y con ella renació el viejo oficio romano de topiarius, o paisajista, encargado de la concepción material y estética del jardín ornamentado. Joan Solés, corresponsal de la Cadena Ser en Roma, nos lleva hasta el que podría ser su heredero natural, el jardín botánico de la vieja capital mediterránea.
La herencia romana de los jardines públicos
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El cine popular no ha reconstruido jardines clásicos. En dos mil años las especies y el aspecto de los frutos ha cambiado, pero nos ha dejado algunos jardineros tan metafóricos como Eduardo Manostijeras o el que interpretó Peter Sellers en su último gran trabajo, Bienvenido, Mr Chance; coleccionistas como el de El ladrón de orquídeas, o imposibles como la jardinera Kate Winslet, protagonista de En los jardines del rey.
La pasión por la jardinería nos lleva al botánico privado más importante de Europa, construido por un aristócrata con éxito. José Manuel Alba, su jardinero mayor, nos conduce de árbol en árbol, cada cual más interesante o relleno de historias; de nombres de camelias sorprendentes (hay una bautizada Richard Nixon) a ejemplares conseguidos en subastas japonesas por miles de euros, cuya manipulación ha de ser autorizada vía embajada.
Apenas ha comenzado la historia de los últimos jardines inventados, los verticales. Isabel Bolaños se sienta con uno de sus líderes, delante de una de sus creaciones en pleno centro de Madrid. Ignacio solano está inmerso en el desafío del Jardín vertical más alto del mundo en una torre asiática, y llega a la cita desde el botánico de Madrid, donde imparte un curso de su especialidad. Sus teorías y sus técnicas se extienden como alternativa biológica a la falta de zonas verdes en las grandes ciudades de todo el mundo.