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Andrés Massa: "Desde que salió en el 'Ministerio del Tiempo' no paramos de vender libros del Anacronópete"

La inclusión del 'Anacronópete' en la serie de TVE agota los ejemplares de la novela española del siglo 19 que se adelantó a la máquina del tiempo de H.G. Wells

El Ministerio del Tiempo consigue que se agoten los ejemplares de una novela española del siglo XIX

El Ministerio del Tiempo consigue que se agoten los ejemplares de una novela española del siglo XIX

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Madrid

Ocho años antes de la célebre novela de ciencia ficción del británico H.G. Wells, un dramaturgo madrileño, Enrique Gaspar y Rimbau ya había escrito sobre una máquina que permitía viajar en el tiempo. El artilugio nacido de la imaginación de Gaspar y Rimbau se llamaba Anacronópete y dio nombre a una novela editada en 1887 que cosechó un éxito más bien discreto entre sus contemporáneos.

El caso es que más de un siglo después, la serie de televisión ‘El Ministerio del Tiempo’, que emite TVE, ha recurrido al ‘Anacronópete’ como uno de los elementos de su nueva temporada para viajar del pasado al presente y viceversa sin que sus pasajeros envejezcan ni rejuvenezcan. La recreación de la máquina, una especie de nave-casa de dos plantas que vuela y la mención del libro original, ha rescatado del olvido la obra de Gaspar y Rimbau, provocando un alud de peticiones en la editorial que lleva su mismo nombre.

‘Desde que reeditamos el libro en 2017 vendíamos diez ejemplares al mes, un centenar al año. En los últimos diez días, desde que salió en la serie, hemos vendido más de cuatrocientos, lo que para un libro de 1887 no está nada mal. La verdad es que estamos flipando en colores’, ha contado en La Ventana Andrés Massa, de la editorial Gaspar y Rimbau. ‘Estamos recibiendo además un montón de visitas en la web donde tenemos mucha documentación sobre esta novela, injustamente poco valorada en su momento’.

Massa recibió hace unos meses la llamada de la serie para pedirle permiso para mostrar uno de los ejemplares de su reedición del ‘Anacronópete’, una réplica casi idéntica del original, para lo que se restauraron las más de 80 ilustraciones de la novela y se depuró el español de la época, incorporando un centenar de notas a pie de página para orientar al lector moderno. ‘En cuanto me lo dijeron, colaboré encantado, pero nunca imaginé que iba a tener semejante repercusión’. De momento, en la web de la editorial un aviso indica que ‘no hay stock disponible’, pero ya han encargado una nueva hornada de ‘Anacronópetes’ que esperan tener lista el diez de junio.

Massa cree, que con las licencias obvias de la ficción televisiva, la serie ha recreado muy bien las dimensiones y el aspecto del artilugio ideado por Gaspar y Rimbau. ‘Era algo así como una casa de dos plantas, con varias habitaciones, en las que todo funcionaba por impulsos eléctricos. Se podía elevar y volar a toda rapidez en el sentido contrario a la rotación de la Tierra y de ese modo podía recorrer el tiempo a la inversa, viajando al pasado’.

Escrita como comedia dramática y pensada inicialmente en formato de zarzuela, el protagonista de la novela, Sindulfo García, era un inventor viudo que ideaba un artilugio para viajar al pasado a una época en la que pudiera casarse con su sobrina, entonces menor de edad. Un punto de partida folletinesco que da pie a una máquina fantástica y sofisticada que lleva a sus personajes ‘a viajar a la China imperial, a 1492 para convencer a Isabel la Católica de que hiciera caso a un tal Colón, o a la Pompeya de la erupción del Vesubio en el año 79’, ha contado Massa.

‘En la novela, los personajes recibían el rayo eléctrico como una especie de antídoto para que no rejuvenecieran ni envejecieran en sus viajes por el tiempo. Algo que la serie se ha sustituido por el ‘fluido García’, una especie de brebaje que hace la misma función. En el libro, quien recibía el rayo se quedaba tiritando un rato, así que en la ficción televisiva han optado por una solución más adecuada para los personajes’.

La apuesta de Gaspar y Rimbau supuso un concepto tan nuevo que en su época pasó casi desapercibido, ‘se tomó como una cosa pintoresca, una casa que volaba, creo que nadie ni siquiera él mismo, se percató de la importancia de su innovación literaria’. 133 años otro artilugio, la tele, ha hecho viajar al ‘Anacronópete’ al siglo XXI.

 
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