Rey sin corte y sin control
La investigación de las presuntas irregularidades de Juan Carlos I llega en el momento más delicado, en plena sobreexcitación política y desconcierto ciudadano por el coronavirus. Felipe de Borbón no se merecía esto
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Madrid
Los que tuvimos la oportunidad de ver desde bastante cerca la tarea desarrollada por el rey Juan Carlos, tanto dentro como fuera de España durante los años de la Transición, daremos siempre testimonio de la importancia de su papel. Dentro, como pilar que sostenía las distintas cargas del edificio en construcción; y fuera, como el mejor embajador imaginable. Lo digo porque lo vi en medio mundo.Gracias a sus buenos oficios todos los países saludaban a la nueva democracia española como una realidad cuajada cuando aún distaba mucho de serlo, y ese reconocimiento internacional ayudaba a su vez a la sociedad española a confiar en que la democracia iba en serio.
Rey sin corte y sin control
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Así nos hicimos Juancarlistas sin ser monárquicos. Fue una conversión casi generacional, y cometimos un error decisivo. "El rey no tenía corte", decíamos como elogio; y era verdad, pero tenía algo mucho más peligroso: libertad para campar a sus anchas sin norma, sin Estatuto, sin reglamento o algo parecido que precisara ese brumoso que hacer de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones, y lo que es más grave, sin escrutinio político alguno, con nosotros, los medios, ciegos, sordos y mudos, y la pobre ciudadanía, en la higuera.
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La investigación de sus presuntas irregularidades se circunscriben en unos hechos concretos y a un tiempo concreto, posterior a junio de 2014, pero nadie va a poder evitar que se abra la caja de Pandora y escapen de su interior otros sapos y culebras, oficial u oficiosamente, en el Parlamento, en los medios, en las redes o en la rumorología galopante, porque como reza el dicho que me gusta citar "cuando la piedra sale de la mano pertenece al diablo". En este caso, no es una piedra, sino una bomba racimo; cualquiera sabe que submuniciones trae y cuál podrá ser su área de alcance, en el momento más delicado, en plena sobreexcitación política y desconcierto ciudadano por el coronavirus. Felipe de Borbón no se merecía esto.