El guión del caos
"El resultado de esta sarta de despropósitos queda hoy a la vista de todos: Catalunya, descabezada institucionalmente, dividida en lo social y tocada en lo económico. Y España sin saber -o sin querer- dar respuesta a un problema que es político, no judicial", la opinión de Carles Francino
Madrid
Tiene que haber algún guionista por ahí suelto, que, o está cabreado por algo, o tiene un sentido del humor muy peculiar, o directamente le gusta hacernos la puñeta. Porque sólo así se explica la concatenación de desgracias y problemas que nos asolan en los últimos tiempos; y que hoy convergen en un día realmente de locos.
El presidente catalán, Quim Torra, inhabilitado por el supremo… ¡Por una pancarta que no retiró! Y ya tenemos convocadas protestas esta tarde en Catalunya; eso por un lado, y por otro, esa especie de duelo en O.K. Corral que van a mantener en apenas unos minutos los equipos de sanidad y salud pública de la Comunidad de Madrid y del gobierno central. No es por nada, pero ya comentamos la semana pasada, cuando la gran fiesta de las banderas entre Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez, que aquello parecía la firma de un tratado de paz. Y lo era; lo que pasa que ha durado nada. Absolutamente nada. Y millones de madrileños, y no madrileños, que seguimos asistiendo atónitos al combate.
En cuanto a lo de Catalunya, todo en el ‘procés’ ha sido exagerado en los últimos años. Exagerado y disparatado. Fue un disparate que Artur Mas se lanzara al monte en lugar de digerir sus reveses electorales; fue un disparate que Rajoy abdicara de hacer política y delegara en los tribunales la solución del problema. Fue otro disparate mantener el referéndum del 1 de octubre contra viento y marea; y más disparate aún la somanta de palos que se repartieron ese día. Y después llegó la proclamación fake de la independencia, y la huida de Puigdemont, y el juicio y las condenas, y las barricadas en Barcelona, y Torra, y la pancarta… El resultado de esta sarta de despropósitos queda hoy a la vista de todos: Catalunya, descabezada institucionalmente, dividida en lo social y tocada en lo económico. Y España sin saber -o sin querer- dar respuesta a un problema que es político, no judicial.
El “a por ellos” por sí solo no resuelve nada. Y todos, absolutamente todos, arrasados por una pandemia que no entiende de siglas, ni de egos, ni de batallitas. Resumiendo: que como pille un día al guionista de todo esto, me voy a acordar de toda su familia. Y no precisamente para bien.
