¿Limpieza o censura?

Madrid

Facebook ha decidido prohibir las publicaciones que nieguen o distorsionen el Holocausto. Es un giro sustancial en su política, porque su fundador, Mark Zuckerberg, ha defendido reiteradamente que su plataforma no podía ser “árbitro de la verdad”, a pesar de que esos contenidos fuesen “profundamente ofensivos”. Ahora afirma que su pensamiento “ha evolucionado” por el incremento de la violencia antisemita y por los datos que demuestran una gran ignorancia sobre el Holocausto en Estados Unidos.

Resulta curioso que haya tardado tanto en entender que la censura clásica no suele operar sobre la mentira, sino sobre verdades incómodas para el censor. Así que no se le pedía ser árbitro de la verdad, sino mantener su terruño virtual libre de obscenas mentiras. Y negar el Holocausto tiene el mismo nivel de evidente falsedad que afirmar que Washington era chino, que Gandhi ordenó bombardear Hiroshima o que no fue Nixon sino Villarejo el que decidió entrar en el edificio Watergate. Pero tampoco hagamos sangre. Zuckerberg llega tarde, pero llega. Aquí tenemos gente que niega que lo de Franco fuese un golpe de Estado y nada sucede. Y es más, si uno de cada cuatro estadounidenses menores de 40 años creen que el Holocausto es una gran mentira, el culpable no es Facebook.