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'Primer amor', la más europea de las novelas rusas del siglo XIX

Turguénev construye personajes femeninos fuertes y plantea el amor como un sacrificio, más que como una conquista de la felicidad

'Primer amor', de Iván Turguénev / Alianza Editorial - Ilya Repin

Iván Turguénev nació en Oriol , en el Imperio Ruso, en 1818 y murió en Bougival, en Francia, en 1883. Fue considerado el más europeísta de los narradores rusos del siglo XIX. Descendiente de una familia de terratenientes, su infancia estaría marcada por una madre autoritaria y un padre ausente. En 1838 fue enviado a estudiar filosofía e historia en la universidad de Berlín.

Fueron especialmente famosas las tensas relaciones que mantuvo con Dostoievski y Tolstói, con el que estuvo a punto de batirse en duelo. Contrario al sistema de servidumbre no tardó en trasladarse a vivir a Francia donde entablaría una gran amistad con Gustave Flaubert, Guy de Maupassant o Henry James, que explicó cómo Turguénev influyó en la idea que los narradores europeos se formaron de Rusia y cómo el contacto con la escuela realista francesa influyó a sus vez en la obras del ruso.

Es el autor de 'Padres e hijos', 'Memorias de un cazador', 'Diario de un hombre superfluo', 'Humo' o 'En vísperas', entre otras. Falleció a los 64 años de un tumor en la médula espinal. Sus restos finalmente fueron enterrados en el cementerio de San Petersburgo.

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'Primer amor', publicada en 1860, es una de las piezas breves más aclamadas de Turguénev. Su estilo, su ambigüedad y su sutileza hicieron de ella un referente de la literatura del siglo XIX, no solo en su país, sino en toda Europa. 'Primer amor' es ante todo una historia de iniciación al mundo de los adultos, un relato de aprendizaje para acabar con todas aquellas fantasías que definen el universo de la infancia. Porque descubrir el amor va unido al descubrimiento del desengaño, del dolor

Una historia con un fondo oscuro y doloroso

La novela, uno de los mejores ejemplos de la capacidad de Turguénev para retratar los movimientos y pasiones del alma humana, relata un primer amor en el que hay inocencia, ternura, afecto, deseo, pero también, una reveladora transgresión. Narra una historia con un fondo oscuro y doloroso, que muestra las estructuras del Imperio ruso con su fino análisis de la familia del protagonista y la sacudida que se produce cuando las vecinas, tan diferentes a ellos, la ponen a prueba.

Como se señala en el blog 'Devoradora de libros', la grandeza del texto se basa en la elección del punto de vista, un adolescente que tan solo nos cuenta lo que puede contar, es decir, lo que vivió él, lo que conoció desde su mirada atenta pero inexperta. No puede narrar los hechos con objetividad. En su voz se intuye la duda, la falta de certeza. A veces un matiz sugiere una verdad más amplia, trascendente. Turguénev no necesita más. Pinceladas cortas pero contundentes, evocaciones brillantes del paisaje, meditaciones lúcidas sobre el crecimiento interior del protagonista. Una narración vivaz, intensa, en la que abundan las exclamaciones y preguntas retóricas, acordes con la desesperación que embarga al muchacho.

Turguénev construye personajes femeninos fuertes y plantea el amor como sacrificio, más que como conquista de la felicidad. Su prosa sin estridencias, su capacidad para comprender a los diferentes personajes y plasmarlos primando su coherencia interna, sin supeditar su individualidad a las necesidades del relato, hacen fácil la empatía.

Los personajes se hacen daño, pero se comprenden porque Turguénev prima la vida sobre la trama y es ahí donde radica su brillantez, en la naturalidad de la historia, en la ausencia de artificios. El mismo Turguéniev considera a Zenaida su personaje femenino más logrado. Las comparaciones con las protagonistas femeninas de Dostoievski o incluso con Anna Karenina o Eugenia Oneguin, abundan. Mujeres inteligentes que al mismo tiempo están dotadas por la naturaleza de un encanto irresistible.

Basada en una difícil experiencia autobiográfica

'Primer amor' está basada en una difícil experiencia autobiográfica y considerada por Turguénev su novela "más querida". "Diría que es la única obra mía que hasta ahora me sigue gustando ―afirmó Turguénev― porque lo que en ella se relata no es invención, sino vida. Cuando la vuelvo a leer, siento otra vez el aroma del pasado. 'Primer amor' es algo intensamente vivo". En otra ocasión afirmó: "En 'Primer amor' pinté a mi padre. Muchos me lo reprocharon… Mi padre era un hombre de gran belleza, de una belleza típicamente rusa. Por lo general era frío, inaccesible, pero con solo querer agradar a alguien, aparecía en su rostro y en sus ademanes algo irresistiblemente atractivo. Así era, sobre todo, con las mujeres a quienes quería gustar".

Turguénev le propone al lector que el origen del primer amor se asocia a los años de una juventud temprana; territorio donde se supone que aún no se cuenta con el léxico suficiente para nombrar de manera precisa los sobresaltos, o mejor, los tormentos mentales y físicos que suscitan los enamoramientos. De ahí que el amante en ciernes Vladímir Petróvich recurra, de forma constante, al lenguaje de los adjetivos imprecisos, de las inseguridades poéticas o las fantasías líricas cuando trata de revelar a sus interlocutores el objeto y sujeto de su ilusión: la hermosa Zinaída. Al fin y al cabo se trata de espejismos nuevos que no se parecen a nada que Petróvich haya conocido hasta el día, maravilloso y al mismo tiempo fatal, cuando Zinaída se cruza por su existencia.

Henry James, gran amigo y admirador del autor ruso, explicó la forma en que Turguénev gestaba sus relatos: "La primera forma en la que aparece un relato para él era en la figura de un individuo. Lo primero era clarificarse a sí mismo qué es lo que sabía; y para ello escribía una suerte de biografía de cada uno de sus personajes, todo lo que habían hecho y lo que les había ocurrido justo hasta el inicio de la narración. Con este material en sus manos era capaz de proceder el relato simplemente se encontraba en la pregunta '¿qué les hago hacer?'".

En 'Primer amor' la intensidad lírica y dramática se funden en unos personajes que están más vivos que nunca y que nos demuestran que el tiempo pasa, pero los temas siguen presentándose; la historia se repite, pero no siempre es mejor.

 
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