La llegada del meteorito Sylacauga a la Tierra
Es bastante improbable es que te caiga un meteorito encima, pero no imposible. Que se lo digan a Ann Hodges, una mujer de Sylacauga (Alabama) que, tal día como hoy en 1954, se convirtió en noticia sin querer
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Hay muchas maneras de tener un mal día. Puede que pinches una rueda, te tires un café encima, o te comas una gamba en mal estado. Pero lo que es bastante improbable es que te caiga un meteorito encima. Improbable, pero no imposible. Que se lo digan a Ann Hodges, una mujer norteamericana que tal día como hoy, en 1954, se convirtió en noticia sin querer.
Ann estaba en su casa de Sylacauga, Alabama, echando una siesta en su sofá, cuando, de repente, una roca negra del tamaño de una pelota de béisbol atravesó el tejado y le golpeó a la altura de la pelvis. El impacto le dejó un moratón de tamaño considerable, pero no sufrió más heridas. Las teorías sobre qué era aquel objeto enseguida empezaron a surgir: unos creían que eran restos de un avión estrellado, otros sospechaban que detrás del incidente estaba la Unión Soviética. Pero pronto se confirmó que la roca era un meteorito. Una vez desvelado el misterio del extraño objeto, quedaba decidir qué hacer con él. La opinión pública clamaba que el meteorito pertenecía a Ann Hodges, que para eso lo había sentido en sus carnes, literalmente. Ella estaba de acuerdo, y hasta afirmaba que Dios se lo había enviado. Pero la mujer que le alquilaba la casa en la que vivía lo reclamó para ella. Afortunadamente para Ann, la denuncia de su casera no prosperó. Su marido, convencido de que podrían vender el meteorito por una suma jugosa, insistió en quedárselo. No obstante, no recibieron ninguna oferta interesante, y terminaron donándolo al Museo de Historia Natural de Alabama. Así, Ann Hodges no hizo negocio, pero pasó a la historia por ser la primera persona en ser golpeada por un meteorito. Menos da una piedra.