Paco Roca: "La vejez sólo nos interesó cuando parecía un gran negocio"

Madrid

Asegura Paco Roca (Valencia, 1969) que la fotografía –como el dibujo y la escritura– es capaz de retener un destello de existencia. En este caso, una foto familiar tomada hace casi 75 años es el hilo del que tira para desarrollar Regreso al Edén, su nueva novela gráfica.

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En la instantánea, la madre del dibujante, Antonia, comparte un día de playa con su familia. Costumbrismo en estado puro que, como en La Casa (2015), sirve a Roca para construir su memoria, que es la de una generación completa que vivió durante la posguerra en nuestro país.

El autor, conocido y reconocido a nivel mundial, ilustra, gracias a la historia de sus antepasados, a las clases más humildes de la década de los 40 y 50, que se arrastraban entre el hambre y la pobreza, pero no dejaban de luchar para salir adelante.

En el cómic no faltan el estigma de la política, las cartillas de racionamiento o el mercado negro de alimentos, así como el machismo recalcitrante que limita a Antonia y sus hermanas desde la cuna. "Quería poner voz a toda esa gente que nunca apareció como protagonista de ninguna historia. Ese 99% de la población que, como mi madre y mi abuela, aguantó en silencio esa gran miseria, explica.

El creador, que ha pasado esta mañana por los micrófonos de A vivir, reivindica a su madre como una gran contadora de historias. De hecho, gran parte de la documentación de la historieta se basa en las conversaciones profundas que mantuvo con ella y otros familiares. "Mi madre, como muchas mujeres de su generación, era analfabeta. Su escuela era lo que le contaba su abuela (también analfabeta), el cine y los relatos bíblicos. Si hubiese sabido escribir, habría sido una gran escritora de realismo mágico".

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La vejez, olvidada

Roca es seguramente el dibujante que más ha contado la realidad de las personas mayores, ¿qué reflexión le merece que, desde que empezó la pandemia en marzo, al menos 27.000 ancianos hayan muerto por coronavirus en las residencias? "Cuando en 2005 hice Arrugas la vejez ya era un negocio y todo pintaba genial. Luego llegó la crisis y todo se olvidó. Ahora hemos llegado al summum: hemos perdido el respeto por las personas mayores. Parece que solo nos interesaba porque podía ser un gran negocio".