'El gran Meaulnes', una novela de iniciación que rinde tributo al amor

Alain-Fournier nació en 1886 en la comarca donde ocurre la acción de su libro. Se licenció para enseñar letras y se entregó al descubrimiento de la literatura, entrando en relación con nuevos escritores de alto porvenir como Claudel, Péguy o Valéry. Murió en septiembre de 1914, en Verdún, en la Primera Guerra Mundial, un mes después de alistarse. En octubre, Fournier hubiera cumplido los 28 años. Sus restos fueron encontrados en 1991 en una fosa común alemana.

'El gran Meaulnes' se publicó diez meses antes de su muerte. Es difícil determinar el número exacto de ediciones que ha tenido 'El gran Meaulnes' desde su publicación en 1913, y más aún saber el número de ejemplares vendidos en Francia y en el mundo. Desde la edición de 1971 se vendieron solo en Francia cinco millones de ejemplares. 

Desde su aparición hubo seis traducciones sucesivas, solo en inglés, tres ediciones en alemán, en español, seis ediciones en italiano, además de las ediciones en holandés, polaco, portugués, serbo-croata, sueco, rumano y ruso, e incluso en árabe, en chino, coreano y en japonés. Hablamos de decenas de millones de lectores a través del mundo. Se han hecho dos adaptaciones cinematográficas. Según la prensa francesa especializada, 'El gran Meaulnes' forma parte de las diez obras literarias que han marcado el siglo XX, con 'El principito', 'El viejo y el mar' y 'El extranjero'.

Un clásico de la literatura juvenil francesa contemporánea

'El gran Meaulnes' es una novela de culto, que ha sido lectura de cabecera de una gran parte de la población juvenil gala durante años. Contiene en sí distintos elementos: la iniciación a la vida de un adolescente; la introspección psicológica y el recuerdo; el ambiente de la Francia rural; una profunda descripción del paisaje, que cobra un enorme protagonismo; y un toque de romanticismo decimonónico, con pinceladas de misterio, brumosas, inquietantes y todo un mundo onírico. La acción discurre entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX.

A los 18 años, Alain-Fournier se topó con la mujer de su vida: una bella desconocida, a la que siguió y esperó insistentemente hasta que consiguió un encuentro, a la salida de la iglesia. Al preguntarle su nombre, ella susurró el nombre de Yvonne, pero inmediatamente le advirtió que no tratase de volver a verla pues estaba comprometida en matrimonio.

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Este frustrado encuentro, junto a otros evidentes elementos autobiográficos, proporcionaron las bases de la novela. Le dio vida como Ivonne de Galais. En 1910 trabajó como periodista para el Paris Journal, y por esta época se enamoró de Jeanne Bruneau, que luego aparecería como Valentine en la novela, que escribió a lo largo de los dos años siguientes.

Los temas principales de 'El gran Meaulnes' son el deseo de aventura, que caracteriza al personaje principal, que desea explorar, descubrir nuevos lugares, nuevas gentes, viajar... un sentimiento característico de la adolescencia pero que Meaulnes conservará en su vida adulta; la amistad: una amistad de la adolescencia, fuerte e inquebrantable que lleva a hacer promesas y a seguir al compañero; el amor: por un lado el descubrimiento del amor romántico, la iniciación al mismo y también el amor familiar; la melancolía: la añoranza por el tiempo pasado; la fantasía; y la búsqueda de la felicidad.

Es inevitable recordar, cuando leemos 'El gran Meaulnes', las novelas de los ciclos artúricos, porque Alain-Fournier describe "una realidad cifrada, un mundo de símbolos y de signos que nos lleva a las alegorías medievales". Como en la búsqueda del Grial, hay una búsqueda de la perfección en la que los adolescentes parecen desdoblarse en gemelos unidos por una red de identidades y de simetrías.

Diferentes críticos han encontrado similitudes entre la aventura de Meaulnes y la de los caballeros en su búsqueda mística del Grial. De hecho, Meaulnes podría ser el arquetipo del caballero errante, lo que nos habla también de la influencia que tuvieron en el autor sus lecturas de infancia.

El amor como motor vital

También hay grandes similitudes entre 'El gran Gatsby' y 'El gran Meaulnes'. No solamente el título, que no deja de ser bastante notoria, sino también el uso de un narrador fascinado por el protagonista empeñado en un amor imposible. El relato falsamente autobiográfico de su narrador es en el fondo una especie de elegía a la pérdida de la pureza esencial. También, 'El gran Meaulnes' es un canto al amor unilateral, a amar el amor del otro, como si lo único importante fuera comprobar que somos amados. Meaulnes y Gatsby aman como se ama en los sueños. Por ello tienen ambas novelas ese aire de encantamiento casi surrealista. De encuentro y desencuentro doliente y a la vez mágico.

'El gran Meaulnes' es una novela de iniciación en la que hay una obsesión por el amor como motor vital, como ebriedad de la carne y el espíritu. Se le rinde tributo incluso tras la muerte porque fue un día algo palpitante a lo que se le guardará infinita memoria. Alain-Fournier plasmó en su libro inmortal una alegoría de la experiencia amorosa. Recabó en sus recuerdos de adolescencia, la materia de su límpida y tenue trama. Trasladó su experiencia provinciana y lo hizo dibujando todos sus perfiles y aristas: la tierra, el color de las estaciones, la fiebre del verano, los diminutos ruidos de la noche y su silencio. Al amparo del simbolismo del fin de siglo, Alain-Fournier escribe una novela de aventuras, aunque en el fondo sea en realidad una novela de aventuras espirituales, donde fantasía y realidad se dan en partes iguales.