¿Podría volver el rey emérito al Palacio de la Zarzuela?
En el caso de que saliera indemne de los asuntos pendientes de resolución y quedara, por tanto, tan libre como cualquier ciudadano libre de lo que no podría librarse es del estigma de haberse salvado por la gracia de una inviolabilidad más que discutible y una regularización fiscal in extremis
Madrid
¿Podría volver el rey emérito al Palacio de la Zarzuela? Dicen que esa es su intención y su esperanza es que ocurra en breve. Tal vez estas mismas navidades. A mí me parece que sería un despropósito.
¿Podría volver el rey emérito al Palacio de la Zarzuela?
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En el caso de que saliera indemne de los asuntos pendientes de resolución y quedara, por tanto, tan libre como cualquier ciudadano libre de lo que no podría librarse es del estigma de haberse salvado por la gracia de una inviolabilidad más que discutible y una regularización fiscal in extremis. Una inocencia técnica. Todo lo legal que se quiera, pero muy por debajo de las exigencias de ejemplaridad que se supone justifican la corona.
A su regreso, don Juan Carlos certificara su mayor fracaso. El hombre que simbolizó la unión de todos los españoles, convertido en manzana de la discordia, defendido por unos por encima de sus errores, denostado por otros por encima de sus aciertos y perdido para la inmensa mayoría de los ciudadanos. Un valor tan básico como la respetabilidad.
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La Zarzuela nunca ha sido la residencia oficial del rey de España. Lo es el Palacio Real. Si lo hubiera sido. Cuando Juan Carlos abdicó en su hijo Felipe en junio de 2014, tendría que haber abandonado la Zarzuela y haber si instalado en ella el nuevo rey. Pero no es la sede de la jefatura del Estado, como pueda serlo el Elíseo en París. Y, sin embargo, dista mucho de ser una residencia privada. No es la casa de un particular llamado Juan Carlos de Borbón a la que pueda regresar cuando guste. Durante cuarenta años ha sido un elemento referencial de la monarquía y de la democracia. Y ambas, la monarquía y la democracia, deberían estar muy interesadas en evitar situaciones embarazosas.
En último caso, mejor sería que el rey actual se trasladara al edificio central de la Zarzuela. Hoy sigue viviendo en el llamado Pabellón del Príncipe, una construcción anexa, la casa del heredero, no del titular y donde instalar al rey emérito. La dificultad de encontrar una respuesta sencilla a esta sencilla pregunta demuestra la complejidad del problema y cuán ingenua es la pretensión de que la conducta del emérito pueda aislarse sin que roce al rey Felipe esto ni contamine a la monarquía.