Maria Arnal: "Ya estoy embarazada del siguiente disco"

Madrid

Cuatro años después del zarpazo que supuso 45 cerebros y 1 corazón, el disco que Franco no querría escuchar (porque pocos trabajos honran a sus víctimas con tanta belleza, contundencia y dignidad), los catalanes Maria Arnal i Marcel Bagés acaban de publicar Clamor, un trabajo que —EP Verbena (2016) aparte— es el segundo de su discografía, pero que, gracias a la valentía con la que afrontan la experimentación, suena como si fuese el quinto... ¡o el sexto!

"Tenía clarísimo que este no podía ser un disco de voz y guitarra", explica Maria Arnal en una entrevista a través de Twitch. "Hemos tenido mucho tiempo y hemos aprendido a utilizar nuevos materiales. Tenía muchas ganas de aprovechar la confianza que nos dio el público gracias a 45 cerebros. La idea era que aunque la gente espere algo, lo que les demos sea la sorpresa de ser lo que queremos ser y, si no lo entienden no pasa nada porque al menos habremos sido fieles a nosotros mismos. De todas formas, creo que Clamor tiene mucho de lo principal del proyecto, pero con más libertad, más madurez y más permiso para conocer la intuición".

"Se está generando algo precioso en los conciertos que, además, es muy sanador", explica la cantante. "Se tiene que volver a los escenarios con la transformación hecha y la sensibilidad que se nos ha abierto para poder celebrar y curarnos con la música, pero no para volver a donde estábamos sino para crear otra manera".

Atmósferas, 'samples' y voces

Producido nuevamente por David Soler, un inquieto maestro del pedal steel que también ha colaborado con distintos artistas de jazz, folk o música de autor, Clamor está lleno de atmósferas, samples y, sobre todo, muchas voces.

"Lo polifónico es algo que está en mí desde el principio. En mi familia todos cantan muy bien. Mi padre creó el coro de padres de la escuela y luego otros dos más, de jóvenes y de niños, donde cantábamos yo y mis hermanos. Como algunas canciones las cantábamos los tres coros juntos, en el coche ya teníamos repertorio. Luego esta historia tan bonita terminó porque mis padres se separaron, pero ahí la música también estuvo muy presente porque fue cuando empecé a tocar la guitarra y a ser una adolescente muy emo".

Clamor explora el efecto sanador de la música y lo hace aludiendo a la modernidad de Björk, al pensamiento feminista y también a lo ancestral (Cant de la Sibil·la). Un álbum repleto de canciones construidas sobre los cimientos del final (como concepto) y que, sin embargo, despliega una amplia paleta emocional: juego, tragedia, curación, ironía... "Al cantar nuestro cerebro genera endorfinas y oxitocina. ¡Es químicamente sanador!", explica Arnal.

Un loro e inteligencia artificial

Un trabajo que también es el fruto de una ruptura sentimental y del agotamiento de una gira, pero en el que han sabido combinar continuidad con canciones puente ("el alma de Canción total tiene la misma frescura que Fiera de mí") y también nuevos aliados, como Holly Herndon (y su inteligencia artificial) o el Kronos Quartet.

Detrás de cada canción, de hecho, hay un montón de historias. ¿Por qué al final de El gran silencio, por ejemplo, suena la voz de un loro? "Hay una película increíble, Arrival, que está basada en un cuento de Ted Chiang en el que hablan de un gran telescopio situado en Puerto Rico y cuestionan por qué los seres humanos dedican tanto tiempo y energía a buscar vida en el espacio, cuando a la que hay aquí no solo no se la cuida sino que casi parece que quieren que desaparezca. Al final de la historia, el loro de una científica, que se llama Álex y siempre dice "hasta mañana", se despide con un "adiós" justo antes de morir. ¡Es tan bonita!".

Pero aunque el segundo disco de Maria Arnal i Marcel Bagés da para mucho, la cantante catalana ya está pensando en lo que vendrá: "Terminamos Clamor en noviembre y hace unos cuantos meses que tengo la idea del siguiente. Aún no siento que sea el momento de ponerme ahí porque Clamor, como madre que soy, me necesita, pero ya estoy ya embarazada del siguiente".