Tranquilos. Ayer tocaba circo

Madrid

Ayer tocaba circo. Y circo hubo. En Cataluña, la salida de los presos se convirtió en una demostración un poco ridícula de miren ustedes lo duros que somos, que a nosotros no nos ablanda un indulto más o menos.

La imagen, pancarta incluida, era similar a la de aquellos adolescentes que nos enseñan sus bíceps para que veamos lo fuertes que son. Nada enseñarían y de nada presumirían si de verdad fueran tan recios.

Griten los excarcelados lo que quieran, pero ellos y toda la humanidad saben perfectamente que están en la calle porque así lo ha decidido el Gobierno de Pedro Sánchez. Lo demás, el numerito circense del forzudo.

Tampoco faltaron saltimbanquis y comedores de sables en Madrid, donde el pimpollo Casado, perdido el oremus, pidió la dimisión del presidente del Gobierno, machada ésta en dura competición con las andanadas de Vox, desbocados sus portavoces en frases tan pomposas como bufas, los auténticos payasos del circo. A ver si abandonamos tanta grandilocuencia barata y posamos los pies en la política de los hechos, que ya toca.