A vivir que son dos díasLa píldora de Leila Guerriero
Opinión
Opinión

No festejemos ahora

"El jinete negro cede en su embestida y la humanidad responde con regocijo y fuegos de artificio. Sólo que deponer la máscara es un símbolo bobo, una limosna"

No festejemos ahora

No festejemos ahora

03:53

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1625989231509/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>

Buenos Aires

No festejemos ahora. Mantengamos robusta la desconfianza, vigorosa la prevención, inmaculado el recelo. Huyamos de la candidez y la inocencia. Seamos ásperos, ariscos. Porque la peste, en supuesto retroceso, ha deslizado grácil concesión y otorgado un permiso: circular sin máscaras. El jinete negro cede en su embestida y la humanidad responde con regocijo y fuegos de artificio. Sólo que deponer la máscara es un símbolo bobo, una limosna: embriáguense en el carnaval de las máscaras caídas, brama el jinete oscuro, aunque nada les haya sido devuelto de todo lo demás. No hay futuro, no hay fe, no hay entusiasmo, pero festejen, embriáguense, dice el jinete manoseando sus escamas. Aunque haya fronteras cerradas, empleos perdidos, viejos malviviendo sus últimos años en una era cenicienta, mujeres rotas, jóvenes suicidas: confórmense con eso, celebren la estúpida destitución de un trapo. Deberíamos devolver la concesión al remitente. Porque no es tiempo de festejos, sino de recordar cómo era antes para no terminar de perderlo todo. Es tiempo de encadenarnos a las puertas de palacio y señalar la brutalidad de las fronteras, la arbitrariedad del reparto de vacunas. De añorar. De ambicionar los recitales y las multitudes, los teatros repletos, las orquestas, los equilibristas esquivando el arte de morir en la cúpula del circo, los aviones sin protocolo, el sexo porque sí, las ferias reventadas de gente, la comida con las manos sucias. De ansiar el sudor, la improvisación, el vagabundeo sin precauciones, la piel ajena, los labios desconocidos, las barras lúbricas de los bares, las ciudades lejanas, la grave ligereza de estar perdidos. Hagamos vigilia sobre la memoria de lo que fuimos. No aceptemos dádivas. Hasta recuperar algo del antiguo fuego, seamos guardianes sobrios de nuestros rescoldos. Guardemos la compostura de los monjes, de los guardianes y los deudos.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00