A ver si va a tener que venir la ONU a decir que nos ocupemos del Mar Menor

Madrid

Si este país tuviera una auténtica conciencia medioambiental, la crisis del Mar Menor sería hoy una de las urgencias nacionales. Y, sin embargo, nos encontramos una vez más, con la política de lo pequeño, en ese espacio nada sostenible, muy contaminante en que los problemas los provocan los demás y las soluciones las tienen que aportar los otros.

Si este país tuviera una verdadera conciencia medioambiental, si esa fuera una prioridad más allá de algunas estrategias de 'power point' las crisis ecológicas en el Mar Menor no se sucederían de forma periódica porque las administraciones habrían intervenido de manera contundente tras los primeros síntomas de agonía.

Hay cierto consenso en que es la mano del hombre la que explica lo que está sucediendo, lo que pasa ahora y lo que ya pasó porque en la reincidencia está el agravante de la culpa. Los regadíos ilegales, las actividades agrícolas no controladas, la agricultura intensiva que consume recursos, que utiliza cantidades ingentes de productos fitosanitarios que pone en riesgo los acuíferos, la economía por encima del entorno, explica según los científicos cada una de las heridas que va acumulando esa zona.

Ni la visita de Casado ayer, ni la visita de Teresa Ribera el miércoles van a llevar oxígenos a las aguas del Mar Menor. No se trata de ver, se trata de hacer. Que luego bien que adoptamos la pose de los alarmados, el gesto de los preocupados cuando Naciones Unidas nos describe el desastre que se nos viene encima si no reaccionamos.

Para ser creibles en nuestra preocupación global, deberíamos empezar por ser contundentes en nuestras crisis locales. A ver si va a tener que venir la ONU a decir que nos ocupemos del Mar Menor.

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