Amaia Guridi, viuda de Santi Oleaga: "ETA nos robó la vida a mí, a mi marido y a mis hijos"
La mujer del exdirector financiero del Diario Vasco cuenta en Hora 25 cómo ha vivido tras la disolución de la banda terrorista
Madrid
La vida de Amaia Guridi se partió después de que ETA asesinara a sangre fría a su marido. "Me robaron la vida. A mí, a mi marido y a mis dos hijos", dice. Sin embargo, ha seguido adelante, como tantas personas víctimas de la violencia de la banda terrorista: "Subsistir. Al final no queda otra: sobrevivir con lo que te ha tocado".
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Amaia, entrevistada por Aimar Bretos en el programa especial de Hora 25 por el décimo aniversario del fin de ETA, vivió el fin del terrorismo como un cruce de sensaciones. "Tuve momentos de llanto. Luego me sentí feliz porque había terminado. Sin embargo, eché mucho de menos que no estuviese Santi para contar ese momento", asegura.
Santi, marido de Amaia, es Santiago Oleaga, quien fuera director financiero del Diario Vasco, uno de los periódicos amenazados por ETA. Santi, como recuerda su mujer, emocionada, era "un padre muy bueno, un marido excelente y un profesional entregado a su trabajo". Sin embargo, su profesión le puso en el punto de mira de la banda terrorista.
"No sé si me lo quiso ocultar, pero nunca llegamos a hablar de que eso -que le asesinaran- le pudiera suceder a él", asegura Amaia. Sin embargo, "eso", ese momento, llegó hace veinte años.
"Fue terrible. Estaba en el aula con mis alumnos y me llevaron a una sala. Pensé que habría sucedido algo con algún niño. Yo había escuchado que hubo un atentado, pero no imaginaba que fuese Santi. Me sacaron del aula y me lo dijeron a bocajarro: 'han asesinado a tu marido'. No pensé que fuese a ser él. No podía ser él", recuerda Amaia.
Desde aquel 24 de mayo de 2001, Amaia trata de salir adelante. "Tuve que empezar una vida nueva, difícil y sola con mis dos hijos", asegura.
Amaia se emociona al recordar el asesinato de su marido y reitera que el perdón no es suficiente. "No me lo han pedido, pero no lo necesito que me lo pidan para seguir viviendo. A mí, como persona, no. Pero sí a la sociedad por todo el daño causado. Yo no tengo la necesidad de convivir con esas personas ni tengo intención de irme a una sidrería con ellos. Como digo siempre, ellos por su acera y yo por la mía", asegura.
Aunque considera que no son buena gente tras todo el daño causado a la sociedad, Amaia reitera que no les guarda odio de ningún tipo. "No les odio. Ni yo ni mis hijos hemos sentido eso. El dolor ha tapado todos esos sentimientos", asegura.