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Reliquias del Pesebre

Hagamos un repaso. En un portal de belén no debe faltar nunca musgo, rocas, maderas del establo, las figuras de San José, la Virgen, el Niño Jesús con su cuna y su pañal, el buey y el asno

Las reliquias de la Navidad

Las reliquias de la Navidad

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Madrid

Otros elementos esenciales serían los tres Reyes Magos (con camellos o sin ellos), la estrella (tipo cometa) y algunos pastorcillos a discreción. Lo que muchos no saben es que, a modo de reliquias exóticas, existen varias partes físicas de ese escenario sagrado de hace 2.000 años, que han reculado en España. El más famoso de los Santos Pañales se encuentra en la catedral de Lérida, bueno, más bien una pequeña muestra. Ha ido perdiendo trozos de tejido con el paso del tiempo y con tanto manoseo. Sólo quedan de él tres tristes hilos y el recuerdo de que curaba las enfermedades de quien se lo colocaba en la cabeza. Otra de sus virtudes es que era inmune al fuego. La reliquia tuvo un trasiego viajero muy destacable viajando desde Belén a Jerusalén, posteriormente a Túnez y finalmente a Lérida en el año 1297, gracias a un comerciante llamado Arnau de Solsona.

Puestos a elucubrar, hay que suponer que la Virgen dio de mamar a su hijo en algún momento. Bien, pues resulta que gotas de esa leche materna, recogidas por no se sabe quién, fueron a parar a varios recipientes. Uno recaló con los agustinos de Santa María del Popolo, en Roma, y otro en España, en la catedral de Oviedo. Siendo objetivos, que la fe no debería estar reñida con la razón, no se trataría de líquido materno con sus vitaminas y proteínas, sino de una sustancia blanca extraída de las paredes de la llamada Gruta de la Leche, en Belén, muy cerca de la Basílica de la Natividad. Según la tradición, cuando María amamantaba allí a su bebé, unas gotitas salpicaron la cueva, y tantas salpicaduras hubo que las paredes se volvieron de color blanco. Luego solo había que rascar y lo que iba saliendo se guardaba en frascos de cristal. Los peregrinos, en su visita al lugar y con ansias de llevarse algo de recuerdo, lo que fuera, era lógico que rascaran la superficie blanca de la cueva y se llevaban fragmentos de cal como si fuera oro en paño. Gruta a la que acuden muchas parejas para comprar bolsitas de ese polvo blanco (extraído de la piedra calcárea) y que dicen que evita la infertilidad.

El polvo blanquecino que se conserva en una ampolla-relicario de la seo de Murcia tiene una peculiaridad, que es la de permanecer coagulada todo el año hasta que se tornan líquidas —se licuan— durante la Asunción, el 15 de agosto, solo ese día. Tantos vasos con esa leche circularon por Europa durante la Edad Media que el escéptico e irónico de Calvino afirmó: “Ni aunque la Virgen hubiera sido una vaca, en toda su vida nunca podría haber producido tal cantidad de leche”.

Sin olvidarnos de los restos de tres de los supuestos pastorcillos de Belén que fueron a adorar al niño y cuyos huesos y sus tijeras de esquilar se encontrarían en una iglesia de Ledesma (Salamanca). Misterios que se asocian a las fiestas navideñas.

 
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