El Barça golpea y el Madrid sentencia para poner rumbo a la final
El conjunto blanco pone rumbo a la final de la Supercopa tras vencer al Barcelona (2-3) en el tiempo añadido
El Real Madrid pasa a la final de la Supercopa tras vencer al Barcelona (2-3) en un épico encuentro que llegó hasta la prórroga. Los de Xavi, si bien se vuelven para España, muestran con su buen hacer que el punto de inflexión que tanto buscaban está más cerca de lo que parece.
Los mejores momentos
El primer Clásico de la nueva era barcelonista comenzó con un aire enrarecido. Era la primera vez que Xavi lo vivía desde la zona técnica y no desde la divisoria, el primero de Dani Alves en su vuelta, el primero en mucho tiempo en el que había un favorito tan evidente y el primero en el que se veían las caras madridistas y culés en esta Supercopa de España que no se juega en España. Había demasiados factores como para que este Clásico fuese normal, aunque los jugadores se esforzaron en disipar esa extraña sensación ateniéndose a los planes de partido que se dibujan en la previa: el Madrid buscaría la velocidad y el Barça iría a por el control mediante la posesión.
Pese a los planes de Xavi, aquello de tener el control no acababa de cuajar. No era por el circuito asociativo culé, sino porque pocos equipos en Europa controlan los partidos como este Real Madrid. No podrán tener el balón, pero siempre manejan el tempo del partido. Tras un par de contragolpes que pudieron suponer el primer gol blanco, el Barça comenzó a perder seguridad en su posesión, haciendo que el Madrid se relamiese. En una de esas acciones en las que los culés intentaban manejar el esférico con todo el cuidado posible, un lento Busquets perdió el balón ante Benzema, armando un contragolpe que finalizó Vinicius en el minuto 25 para poner el 1-0 en el marcador.
El tanto madridista fue lo que necesitaban los culés para despertar de su letargo. Sus posesiones, tremendamente horizontales, comenzaron a ganar verticalidad rumbo a la portería de Courtois. Entre varios avisos, todos finalizados sin fortuna por un imponente Luuk de Jong en el área, llegó el premio para el Barça y el neerlandés. Como si fuese armado solo con su propia convicción y con aquello de ‘a la tercera va la vencida’, apareció para aprovecharse de un fallo de Militao en el despeje por un centro de Dembélé y batir a un sorprendido Courtois, poniendo el 1-1 al borde del descanso. Había vida en Riad gracias al renacido delantero barcelonista.
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La vuelta de los vestuarios fue la consumación de esa nueva vida culé en la Supercopa. Todo lo que no hicieron bien en los primeros compases de la primera parte, fueron aciertos en la segunda. El Barça, por medio de un acertado Dembélé y de Pedri (que volvía a jugar tras estar desde el 29 de septiembre lejos de los terrenos de juego), fue generando peligro en las inmediaciones del área. Por funcionar, funcionaba hasta la presión, haciendo que el Madrid pasase un mal rato. Lo peor era que faltaba el gol, dejando que esos minutos de asedio poco a poco se fueran consumiendo sin premio en el marcado.
Por todos es conocida la leyenda del Madrid. Ya sea en España o en Arabia, con o sin ambiente enrarecido, siempre pasa lo mismo: si los dejas vivos, acabas pagando. Poco a poco fueron recuperándose de su pájara, habiendo superado los mejores minutos de su rival sin tener que lamentar daños. Así, Benzema, generoso hasta con las zagas rivales, avisó con un remate al palo. Ya estaban ahí y el Barça sabía, como buen conocedor de su némesis, lo que tocaba a continuación. El propio Benzema, tras un buen remate que rechazó Ter Stegen, se aprovechó de un centro de Carvajal para anotar el 1-2 a placer en el 72.
El partido estaba destinado a acabar de esta manera, con el pase del Madrid tras su muestra de resiliencia ante el potencial culé. Pese a ello, si hay un equipo que sabe lo mismo de épica que los del Bernabéu, ese es el Barça. Y Ansu Fati, que había vuelto al verde tal y como hizo su compañero Pedri, es, probablemente, quién personifica mejor lo que es su club. En medio de esos minutos de zozobra, Fati cazó un balón en el corazón del área para empatar el encuentro a cinco minutos del final y poniendo el partido rumbo a la prórroga. Pocas formas mejores hay de volver que hacerlo como te fuiste: metiendo goles.
Tras una piña blaugrana tan larga como corta la madridista, llegó el tiempo extra. La primera mitad, quizás como sucedió 90 minutos antes, empezó con el Barcelona siendo dueño y señor del balón. Xavi tenía claro que el punto de inflexión de los suyos estaba cerca, y no había otra opción que ir a por el partido siendo fieles a lo que creen. El Madrid, tan roto físicamente como su rival aunque con la gasolina suficiente como para ir al contragolpe, aprovechó una recuperación para dar un nuevo golpe sobre la mesa. Casemiro, con su pundonor habitual, fue el que dirigió el contragolpe, cediéndole el balón a Rodrygo, que centró buscando alguien que acabase el ataque. Allí pareció Valverde, protagonista en la Supercopa de hace unos años por razones muy diferentes pero igual de útiles para los suyos, anotando el que el gol de la victoria.
Así, tras 105 minutos de enorme intensidad, la segunda parte de la prórroga la protagonizaron los calambres y los problemas físicos. Cada vez los ataques estaban menos planeados, tirando más de corazón que de cabeza. Eso sí, la intensidad no se cuestionaba en ninguno de los bandos. Tras el arreón final culé, llegó el ansiado pitido final para las maltrechas fuerzas de los futbolistas, certificando el pase del Real Madrid a la final tras un Clásico tremendamente entretenido pese a que el escenario enrareciese el ambiente. Mientras, el Barça, pese a la derrota, puede irse contento a España. En cuanto a sensaciones, han conseguido tener su punto de inflexión dentro de su nueva realidad.
Los goles
El tanto de Vinicius
El gol de Luuk de Jong
El gol de Ansu Fati
El tanto de Valverde
Víctor Diéguez
Periodista según la UCM. Pasión por el deporte y por sus historias.