Qusay y Uday: los herederos del imperio Husein
Los dos hijos varones de Sadam jugaron un importante y sanguinario papel como colaboradores de la dictadura de su padre
Uday y Qusay Husein, quienes pueden haber muerto hoy en una operación militar norteamericana en la ciudad septentrional iraquí de Mosul, fueron no sólo los dos hijos varones de Sadam Husein, sino sobre todo algunos de los más sólidos cimientos en los que fundamentó su régimen de terror.
Qusay, de 37 años, segundo hijo de Sadam, estaba considerado el sucesor de su padre, con el que el compartía sus características de firmeza y mano dura, según explicaban sus biógrafos oficiales.
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Asimismo, Qusay dirigía la denominada Sección Especial de la Guardia Republicana, un cuerpo de elite encargado de la seguridad de la familia gobernante y de las operaciones especiales.
Licenciado en Derecho y casado con la hija de uno de los militares más allegados a su padre, Qusay vivía en la sombra, alejado de la publicidad y la ostentación de poder que hacía su hermano Uday. Sin embargo, entre la población tenía fama de ser mucho más despiadado.
Uday, dos años mayor, era, por su parte, jefe de la brigada de voluntarios islámicos "Fedayín de Sadam", un grupo paramilitar reclutado de entre los milicias del partido Baaz (el único durante el régimen de Sadam) entrenado en guerra de guerrillas y atentados.
Durante la última guerra en Irak, los Fedayín de Sadam desempeñaron un papel muy activo y protagonizaron buena parte de la resistencia al avance de las fuerzas anglo-norteamericanas, en especial en ciudades como Basora.
Asimismo, Uday dirigía el diario oficial "Babel", era secretario general del Comité Olímpico iraquí, director de la televisión Juventud, y miembro del Parlamento; y hasta 1996 se le consideraba el sucesor natural de su padre en el poder.
Pero ese año, resultó gravemente herido en la columna vertebral -estuvo a punto de quedar paralítico- cuando el coche en el que viajaba por Bagdad fue tiroteado, en un atentado del que el régimen de Sadam Husein acusó a pistoleros enviados por Irán.
Uday tenía fama de mujeriego y de tener un carácter caprichoso y violento, fácilmente irascible, y despiadado hasta el punto de que mataba personalmente a sus oponentes después de torturarlos.