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Militares filipinos rebeldes se atrincheran con explosivos en la zona comercial de Manila

La embajadora de Australia y otros extranjeros que se encontraban en un edificio controlado por los sediciosos lo han abandonado esta madrugada

Manila

Un grupo de militares filipinos acusados por su Gobierno de preparar un golpe militar ocupó ayer un centro comercial en el distrito financiero de la capital del país, Manila, y colocó una serie de trampas explosivas en las entradas de las tiendas del Ayala Center Shopping Mall que amenazan con hacer explotar. Estados Unidos ya ha anunciado su respaldo a la presidenta de Filipinas en este conato de golpe de Estado.

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Las últimas informaciones señalan que la embajadora de Australia en Manila, Ruth Pearce, y otros extranjeros que se encontraban en un edificio controlado por los amotinados han podido abandonarlo sanos y salvos. Horas antes, representantes de este grupo leyeron un comunicado grabado en vídeo y difundido por la cadena de televisión ABS-CBN en el que exigían la salida del Gobierno filipino, presidido por Gloria Macapagal Arroyo.

De momento, tanques del Ejército se han situado frente al edificio donde están atrincherados los soldados rebeldes a la espera de que éstos depongan su actitud.

Los sublevados acusan al Gobierno de vender armas al grupo separatista musulmán Frente Moro Islámico de Liberación (FMIL) y aseguran que la presidenta del país planeaba declarar la ley marcial en agosto utilizando como pretexto una serie de atentados cometidos en la capital para así continuar en el poder una vez que expire su mandato a fines de 2004. Los militares se han identificado como el grupo Magdalo, nombre de una banda de revolucionarios filipinos que luchó contra los españoles en el siglo XIX.

En las últimas semanas se ha insistido en el descontento de los oficiales de grado medio, quejosos por su bajo sueldo y por la corrupción entre los mandos. Los rebeldes están supuestamente bajo las órdenes del senador Gregorio Honasan, quien durante la presidencia de Corazón Aquino (1986-1992) protagonizó varias intentonas para derribar al Gobierno. "Tenemos un informe claro y rotundo de los servicios de inteligencia que involucran seriamente [a Honasan]", ha indicado el secretario del Interior, José Lina. Sin embargo, el propio Honasan, en una entrevista en una televisión local, ha negado estar detrás de los insurgentes.

La presidenta de Filipinas aseguró ayer, con anterioridad a estos acontecimientos, que su Gobierno había descubierto una conspiración fomentada por unos 70 oficiales. "Las fuerzas armadas y la policía filipinas, siguiendo mis órdenes, han lanzado una operación para detener a un pequeño grupo de oficiales subalternos y soldados que han desertado de sus puestos y se han llevado armas de forma ilegal", señaló. "En nombre del espíritu de diálogo y comprensión" el Gobierno ha ordenado a estos oficiales que se mantengan dentro de la legalidad, dijo Macapagal Arroyo, quien se ha reunido con altos mandos del Ejército en el palacio presidencial.

Sin embargo, dada la actitud de los militares rebeldes, que "han roto la ley", serán "juzgados por tribunales militares", afirmó la presidenta, quien concluyó: "Son fugitivos perseguidos por la justicia militar". El jefe del Alto Estado Mayor, Narciso Abaya, expresó el apoyo de los militares a Macapagal.

 

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