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El sol, un regalo tardío

La llegada de la novia coincidió con uno de los momentos de lluvia más intensa

El cielo amaneció nuboso, como venían anunciando todas las predicciones meteorológicas desde hacía una semana, pero la lluvia fue inmisericorde con el cortejo nupcial porque fue en el momento de la llegada de los Reyes y el Príncipe y, sobre todo, en el de la entrada de la novia cuando en Madrid "jarreó". Sólo paró tras la ceremonia, en el momento en que el Rolls Royce de los Príncipes de Asturias, comenzó su recorrido por las calles de Madrid hacia la Basílica de Atocha.

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Las primeras gotas comenzaron a caer hacia las 10,30 horas y los paraguas del público congregado en los aledaños del Palacio Real hicieron su aparición; sin embargo, la Casa Real decidió mantener el plan inicial.

El Rey y su hermana, la infanta Doña Pilar; la Reina y el Príncipe; las infantas Elena y Cristina y sus esposos; la infanta Margarita y su marido, y los duques de Calabria cubrieron los 500 metros de alfombra granate que separan el Palacio Real de la Catedral de la Almudena bajo una lluvia que por momentos comenzaba a menudear.

El Rey miró hacia el cielo con gesto de preocupación, y poco despuès la Reina, cuando ya se acercaba con el Príncipe a la puerta de la Almudena, tuvo que ser auxiliada por un asistente con un paraguas.

TRUENOS Y "ROLLS"

Una vez colocados todos en sus sitios, las imágenes de televisión permitían apreciar cómo el traje del Príncipe, situado en el altar a la espera de su prometida, brillaba a causa de las gotas que lo habían empapado.

Unos minutos más tarde, se pudo ver cómo un coche, un Rolls Royce de la Casa Real, se dirigía hacia la puerta del Palacio Real por la que antes había salido todo el cortejo real. Ese fue el único de los tres "rolls" y de los varios "cadillacs" que estaban preparados para transportar a la familia real en el caso de que cayera un aguacero que coincidiera con su salida.

En los diez minutos de espera que transcurrieron entre la llegada del cortejo real y la entrada de los pajes, que tuvieron que ser transportados en un vehículo "monovolumen", la lluvia arreció y empezaron a oírse truenos.

Las primeras imágenes de la novia, sonriente y saludando a las 5.000 personas a las que habían permitido acceder al patio de la Armería, donde está situada la alfombra roja, fueron desde la ventanilla del asiento trasero del rolls, en el que viajaba junto a su padre, Jesús Ortiz.

La intensidad de la lluvia pudo captarse en toda su magnitud cuando el coche, al dirigirse a la entrada de la catedral, tuvo que pasar por encima de la alfombra: al presionar la rueda sobre el tejido, surgió un abundante chorro de agua.

Pero no iba a ser todo agua. Aunque todavía al término de la ceremonia y en la salida de los Príncipes llovía bastante, fue al comienzo del recorrido en el Rolls Royce real cuando paró de llover.

Los paraguas de la gente que esperaba durante horas el paso de los recién casados se cerraron, algún tímido rayo de sol incluso parecía atreverse a salir y a partir de ahí la lluvia fue intermitente, pero no torrencial como al principio.

De hecho, al llegar al Palacio Real, en su última parada, el sol ya brillaba sobre la chapa del coche y el cielo azul de Madrid también quiso asomarse para saludar al matrimonio cuando salieron al balcón del Palacio Real para besarse.

El Instituto Nacional de Meterología (INM) ha anunciado que durante todo el día el cielo estará muy nuboso y que serán probables las precipitaciones durante toda la jornada.

 
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