El jefe de las fuerzas aéreas dice que los aviones del 11-S podrían haber sido derribados
La comisión del 11-S califica de desastroso el sistema de defensa nacional
El sistema de defensa aérea nacional de EEUU estaba "desastrosamente desprevenido" ante los atentados del 11 de septiembre de 2001, según se desprende de un informe de una comisión independiente citado hoy por The New York Times. El jefe de las Fuerzas Aéreas de EEUU ha dicho ante la Comisión que sus cazas podrían haber derribado a los aviones secuestrados si las comunicaciones civiles y militares hubieran funcionado mejor.
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Además de no estar preparada para un ataque terrorista en territorio estadounidense, la defensa aérea del país tuvo una reacción "lenta y confusa" ante los secuestros de aviones en la mañana del 11 de septiembre de 2001, según un borrador del informe de la mencionada comisión que investiga esos atentados.
El general de la Fuerza Aéres, Ralph E. Eberhart, fue preguntado si era "físicamente posible" para los cazas de EEUU interceptar los aviones, si nada hubiera fallado. Eberhart respondió: "Asumiendo que la Administración Federal de Aviación nos lo hubiera comunicado tan pronto como lo hubieran sabido, sí, podríamos haber derribado el avión".
En un sumario sobre la respuesta militar de la Administración Federal de Aviación y de otras agencias se afirma que "se siguió el protocolo existente en cada aspecto frente a lo que estaba a punto de ocurrir".
El Pentágono, que puede poner en el aire 3.000 aviones de combate para defender a EEUU, respondió desconcertado y de manera confusa durante los atentados del 11 de septiembre de 2001, según la comisión que investiga los ataques.
La comisión independiente concluyó hoy su ciclo de audiencias públicas con la presentación de un informe sobre la respuesta del control aéreo y la defensa aérea, antes de divulgar sus conclusiones definitivas, el próximo 26 de julio.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, el general de la Fuerza Aérea Richard Myers, dijo a la comisión investigadora que los militares no recibieron en 2001 información que indicara claramente la eventualidad de que se perpetraran ataques aéreos dentro del país.
El informe determinó que en la mañana de ese 11 de septiembre, el vicepresidente Dick Cheney autorizó que los aviones de combate de EEUU derribaran los aviones de pasajeros secuestrados, pero su orden no llegó a los pilotos hasta después de que el último de los aviones comerciales se hubiera estrellado en Pensilvania.
Debido a la confusión que causaron los atentados, Cheney llegó a estar convencido durante un rato de que dos aviones secuestrados habían sido derribados, según la comisión.
El presidente de EEUU, George W. Bush, que fue quien dio la orden de que se derribaran los aviones secuestrados, se hallaba en Florida y por eso Cheney durante unas horas dirigió la respuesta desde la Casa Blanca.
Mientras tanto, el Mando de Defensa Aérea de América del Norte (NORAD, por sus siglas en inglés) había despachado a sobrevolar el océano Atlántico a los aviones de combate que debían proteger a la capital de Estados Unidos.
El NORAD se creó durante la Guerra Fría para detectar un eventual ataque con aviones y misiles desde la Unión Soviética. Desde comienzos de los años 90 y tras la reducción de la amenaza desde Rusia, ese mando ha cerrado 16 de sus 23 centros de operaciones.
Myers y el jefe del NORAD, general Ralph Eberhart, dijeron a la comisión que, antes de los atentados, no se percibía la amenaza de grupos terroristas al punto que motivara la preparación de una respuesta militar dentro de EEUU.
La investigación de la comisión también sacó a la luz las deficiencias en los radares de la Dirección Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) que dificultaron la ubicación y seguimiento de los aviones secuestrados.
El vuelo 77 de American Airlines no fue detectado hasta cinco minutos antes de que fuera estrellado contra el Pentágono, porque los controladores de la FAA lo perdieron de las pantallas de radar cuando fue secuestrado a cientos de kilómetros de Washington.
Esa mañana, la FAA y el NORAD recibieron numerosos informes de aviones que podrían haber sido secuestrados -"aviones fantasmas" los llamó Myers- lo que contribuyó a la confusión en la respuesta.
La FAA perdió durante más de 40 minutos el rastro del vuelo 93 de American Airlines, pero el mando del NORAD en el nordeste del país despachó aviones de combate para interceptar el vuelo 1989 de Delta, que al igual que los aviones usados en los atentados de Nueva York, había salido del aeropuerto de Boston. El avión de Delta no había sido secuestrado y fue desviado a Cleveland.
El avión de American secuestrado se estrelló en Pensilvania, y la versión oficial es que se dirigía a Washington cuando los pasajeros se rebelaron, atacaron a los terroristas y causaron su caída.