Carlos de Inglaterra y Camila Parker Bowles son por fin marido y mujer

Después de 30 años de amor más o menos secreto, superar mil y una reticencias y con un día de retraso sobre la fecha prevista, el príncipe Carlos de Inglaterra y Camilla Parker Bowles se casaron este sábado en una ceremonia civil celebrada en el Ayuntamiento de Windsor y a la que no asistieron ni la reina Isabel II de Inglaterra ni su marido, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo.

Los novios llegaron al Consistorio a bordo del Rolls Royce de la reina, después de que ya se encontraran allí las respectivas familias de Carlos y Camilla, que acudieron en sendos autobuses. Tras la ceremonia, que duró unos 15 minutos y terminó poco antes de las 14:00 horas (en la España peninsular), la pareja saludó a los presentes, unas 15.000 personas que se congregaron en los alrededores del Ayuntamiento para presenciar el evento.

Parker Bowles, muy sonriente y ya convertida en duquesa de Cornualles, lucía un vestido de color crema sencillo y por debajo de la rodilla, de Robinson Valentine, con un abrigo a juego y una pamela diseñada por Phillip Tracy. Asimismo, mostraba unos pendientes y el anillo de compromiso de brillantes.

Unos 550 oficiales de Scotland Yard velan por la seguridad del acontecimiento, al que siguió una bendición religiosa en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor oficiada por el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.

En la capilla destaca la presencia mínima de casas reales. El rey de Bahrein, Hamad Bin Isa Al-Khalifa, es de los pocos monarcas que asistirá a la celebración. Según un documento publicado por el Palacio de Lambdeth, la ceremonia "es en esencia una ocasión para rezar y dedicarse a los recién casados".

La ceremonia religiosa, a la que sí asistió Isabel II y el duque de Edimburgo, constará de tres partes. La primera fue la bienvenida e introducción a las oraciones de penitencia. En la segunda, parte principal, la pareja presentó su compromiso y los anillos intercambiados en la boda civil para que sean bendecidos. La última sección consistió en rezar por la pareja y en su nueva vida juntos.

Durante el acto, el arzobispo pidió a los novios que reconocieran sus pecados y para que se arrepientan de ellos, en alusión a la práctica de adulterio. Después, el arzobispo les concedió la absolución e instó a la pareja a que declare su intención de ser fiel. En ese momento, la pareja se arrodilló, se comprometió a vivir unida y el arzobispo les bendijo con una lectura del Antiguo Testamento.

Terminada la ceremonia religiosa, los novios y sus invitados celebraron una recepción en el castillo de Windsor. Después, el príncipe Carlos y la ya duquesa de Cornualles iniciarán su luna de miel en Escocia.