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Mónaco celebra los funerales del príncipe Rainiero

Juan Carlos I y otras sesenta delegaciones extranjeras asisten a los actos

Rainiero III ha sido despedido por una parte de la aristocracia mundial en una ceremonia alejada del "glamour" que se presupone a la corte monegasca y en medio de un tibio fervor popular.

Cuando los restos mortales eran conducidos a la Catedral seguidos del cortejo fúnebre integrado por la familia principesca, colaboradores y autoridades políticas y religiosas de la ciudad-estado, los monegascos que habían acudido a la Plaza del Palacio no llegaban a los 3.000 previstos.

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Muchos se reservan para la misa popular de esta tarde o han preferido una de las seis parroquias de la ciudad para seguir por pantalla gigante la ceremonia en la que el arzobispo de Mónaco, Monseñor Barsi, ha destacado la relación de amistad que Rainiero había tejido con sus súbditos y su gestión al frente del pequeño país.

"La acción que desplegó es considerable -ha señalado el arzobispo en su homilía- y nos hará falta tiempo para medirla porque el príncipe Rainiero ha hecho de manera decidida que Mónaco entre en el tercer milenio".

Momentos emotivos

El Rey de España, entre el Presidente francés, Jacques Chirac, y el Rey de Suecia ha seguido en primera fila de autoridades una ceremonia que ha tenido detalles elegidos por el propio Rainiero, como una antigua canción popular en la que se evoca a la antigua iglesia que con su campana daba las buenas y las malas noticias a la población.

Los nietos mayores de Rainiero, los hijos de las princesas Carolina y Estefanía, han encendido con velas los cirios que rodean el féretro de Rainiero III en uno de los momentos mas emotivos de la ceremonia religiosa.

Las caras compungidas de Carolina y Estefanía tocadas ambas con mantillas negras contrastaban con el aplomo de Alberto II, nuevo jefe de Estado de Mónaco, que no ha podido reprimir las lágrimas hacia el final de la ceremonia. Todos, hijos y nietos, ocupaba un banco a la izquierda del altar junto a la hermana de Rainiero, la princesa Antoinette, que por razones de edad no ha participado en el cortejo.

Junto a Gracia

El féretro con los restos mortales envuelto en una bandera de Mónaco y portado por diez "carabiniéres" salió acompañado por los sones de la marcha fúnebre de Beethoven por la puerta Principal del Palacio, cuyas puertas permanecieron cerradas de manera simbólica hasta que la familia principesca no regreso de los funerales.

Es probable que el príncipe difunto sea enterrado esta misma noche en una ceremonia íntima, junto a su esposa Grace, en el abside de la Catedral.

 
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