Ocio y cultura

El cedro millonario: la ampliación del Prado

El presupuesto de las interminables reformas del museo se dispara

Diecinueve mil millones de pesetas (19.000 millones). Se escribe en la antigua moneda española porque poner negro sobre blanco ciento catorce millones de euros (114 millones) puede dar una falsa impresión sobre lo que van a costar (de momento y si no hay nuevas peripecias) las obras de ampliación del Museo del Prado (Madrid).

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Todos los que hayan sufrido rehabilitaciones en sus viviendas o tenido la suerte de construirse una casa o decidido cambiar el lavabo y de paso la bañera saben que los presupuestos de carpinteros, albañiles y electricistas son tan elásticos como los chicles que pueden hincharse hasta que se rompe el globo. Del primer presupuesto en el Prado al último, la desviación, al alza, es del 80%.

Diecinueve mil millones de pesetas los que se van a gastar en unas obras ahora paralizadas (tan sólo trabajan 60 personas cuando a tres turnos podría multiplicarse esa cifra casi por 6) y que no se volverán a poner en marcha a todo gas hasta que se apruebe un nuevo proyecto "reformado". Eso es dentro de un mes. El final, dicen los arquitectos y el Ministerio de Cultura, será para el otoño de 2006. Creerlo es todo un acto de fe porque esa es la cuarta época mencionada por los responsables de la ampliación.

Dicen los actuales gestores del Ministerio de Cultura que los sucesivos gobiernos del PP lo hicieron mal. Aseguran que aceptaron estudios mal hechos, redactados con rapidez e improvisación. Denuncian que subestimaron los costes de las obras. Que permitieron la desorganización de los trabajos.

Los populares, por su parte, se hacen los suecos y pasan la bola a la actual ministra Carmen Calvo a quien acusan de dejar en mal lugar al arquitecto de la ampliación Rafael Moneo quien, de momento, nada ha dicho al respecto.

Hay quien sospecha que en realidad lo que está haciendo el actual Gobierno es echar balones fuera, desviar la atención para evitar que se le responsabilice del desvío presupuestario y de la tardanza en la finalización de las obras. Otros, desde la acera opuesta, lo tienen claro: se hizo rápido y sin importar nada el dinero para que Aznar pudiera cortar la cinta.

Sea como fuere hoy en el Congreso de los Diputados se ha hablado por primera vez de los dineros de esas obras que parecen interminables (ni las de El Escorial, decía un vecino de la zona). Y en esas cuentas, los trescientos dieciséis millones de pesetas (316 millones) para conservar un cedro. Las leyes de protección medioambiental del Ayuntamiento de Madrid así lo exigen.

 
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