El Barça empata ante el Zaragoza (2-2) gracias a un penalti inexistente

Samuel Eto'o, el goleador barcelonista, salvó un punto para su equipo en el minuto 88 (2-2), un partido que los barcelonistas perdían por 0-2 en el minuto 79, después de los tantos de los hermanos Milito (Gabriel y Diego) conseguidos en los primeros minutos del segundo tiempo

Ante la ausencia del recién españolizado Messi en el once inicial, todos los focos recayeron sobre las flamantes nuevas botas de Ronaldinho. Porque el brasileño volvió a ausentarse en el Nou Camp. Tal vez le pesó en exceso la responsabilidad de portar oro de 24 quilates repartidos entre el talón, los bordes y la lengüeta, o quizás no levantó cabeza por contemplarlas admirado. Tampoco ayudó demasiado Samuel Eto'o, que aparte de malograr la única ocasión de gol del Barça antes del descanso -bien desbaratada por César-, ejerció de celestina antes del inicio del partido al colocarse una camiseta preparada por un aficionado para pedirle una nueva oportunidad a su novia.

Poco o nada más de sí dio la primera mitad, en la que el Zaragoza mostró su cara más defensiva. En el mejor sentido de la palabra, porque los de Víctor Muñoz se agruparon bien -incluso Savio y Ewerthon se replegaron tras cada pérdida del balón- y anularon cada posible línea de pase azulgrana. Eso sí, a ello también ayudó el propio Barcelona, que anduvo atascado, sin velocidad ni sorpresa, pidiendo siempre el balón al pié, con difuminados destalles del voluntarioso Giuly.

Con el regreso al césped llegó la sorpresa. Los hermanos Milito, con dos goles en las dos primeras llegadas zaragocistas, dejaron el sello familiar en el rostro de los hombres de Rijkaard. El primero llegó a balón, con un cabezazo certero tras un centro bien colgado desde la banda derecha. El segundo fue mérito de Savio, que probó a Valdés con un gran disparo con rosca al segundo palo. Llegó el azulgrana en su estirada, pero su rechace se quedó en línea de gol a los pies del delantero blanquiazul.

¡Menos mal que sólo hay dos!, debió pensar el bueno de Rijkaard, que reaccionó al contratiempo apostando por un centro del campo más ofensivo primero (Van Bommel por Oleguer) y buscando frescura cerca del área rival después (Messi por Giuly y Larsson por Iniesta). El Barça mejoró como era de esperar, por rabia y ganas. Con velocidad por tanto. Pero el acierto de César -sacó un gol cantado a Giuily- y la falta de puntería las más de las veces, no hacían previsible la remontada.

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Megía Dávila show

Ni con Messi ni sin él. Al equipo de Rijkaard le salvó in extremis la campana. O mejor dicho, el silbato de Megía Dávila. Teorías conspiratorias al margen, el colegiado madrileño parecía ansioso por echar un cabo a un Barça nervioso y desordenado, que se estrellaba constantemente con las buenas maneras defensivas del Zaragoza. Tras hacer repetir un libre directo al borde del área lanzado por Ronaldinho, Megía Dávila se inventó un penalti inexistente sobre Van Bommel y expulsó por doble amarilla a Toledo en la misma acción. El de las botas de oro -en este caso en plural- se encargó de convertir por dos veces.

Entonces se vio al mejor Barça que asedió con ahínco la portería zaragocista. Tras un chut desviado de Larsson y un poste de Eto'o, El ex madridista César echó un borrón en lo que hasta entonces había sido una gran actuación. Salió a destiempo en la frontal del área, no se entendió con Álvaro y Eto'o demostró una vez más su lado más oportunista.