La vida de un estudiante de periodismo, en manos de Karzai
Sayed Pervez Kambaksh, de 23 años, fue acusado de blasfemia y condenado a muerte por bajarse un documento de Internet sobre los derechos de la mujer en el Islam
Para Afganistán, este caso es un grano más de arena en el pulso que mantiene con Occidente. Para Sayed Pervez Kambaksh, un estudiante de periodismo de 23 años, se trata de su vida. Kambaksh accedió a un documento de una Web persa en el que se aseguraba que los fundamentalistas musulmanes que se apoyan en el Corán para justificar la opresión a las mujeres falsifican las opiniones del profeta Mohamed. Lo distribuyó entre sus compañeros de Universidad para generar un debate, pero todo se volvió contra él. Fue arrestado, juzgado por un tribunal religioso y condenado a muerte. El Senado afgano ha ratificado la decisión, según ha publicado hoy The Independent y sólo el Primer Ministro Karzai puede evitar que muera.
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Cambiar la decisión y anular la sentencia de muerte implicaría una rebaja ante Occidente a la que no están dispuestos ni el parlamento afgano ni sus clérigos. "La gente debería comprender que si somos representantes de un país Islámico, nunca vamos a tolerar insultos hacia la religión Islámica", ha declarado el primer secretario del Parlamento.
Según la constitución afgana, Kambaksh puede apelar al tribunal supremo del país, pero representantes del poder religioso descartan esa posibilidad. Según ellos, si ha sido condenado conforme a las leyes religiosas, el tribunal supremo no debería intervenir con interpretaciones seculares. El Primer Ministro afgano y fiel aliado de Occidente, Hamid Karzai, es el único que puede intervenir.
La cautela, una aliada
El editor del diario Jahan-i-Naw (New World), Qayoum Baabak, en el que Kambaksh publicaba artículos, ha alertado a sus periodistas de que sean cautos. Rechazar la condena de muerte de su compañero podría suponer un castigo.
El hermano de Kambaksh, Sayed Yaqub Ibrahimi, también es periodista y ha publicado varios artículos contra el primer ministro afgano."Lo que le ha ocurrido a mi hermano es muy injusto. No ha cometido ninguna blasfemia ni le han permitido defenderse legalmente", ha dicho.
A raíz del caso de Kambaksh, también se ha despertado la lucha por recuperar los derechos ganados por las mujeres desde la caída del régimen Talibán. La diputada femenina, Malalai Joya, ha sido suspendida después de la crítica de sus colegas masculinos.