El piso de los cinco euros

Dice que no es una broma, que es lo más serio que se ha visto obligado a hacer en la vida. Miguel Marina, que curiosamente se quedó sin trabajo como asesor inmobiliario debido precisamente a la burbuja del sector, no puede pagar la hipoteca del piso que se compró hace tres años. Es incapaz de venderlo y ha decidido sortearlo a través de la web El piso de los cinco euros. Por una participación de cinco euros cualquiera puede quedarse con lo que para él se ha convertido en un problema.

La idea, como él mismo ha relatado en la web, es sencilla. Miguel Marina ha dividido el coste de su piso en participaciones de cinco euros, y hasta ahora ya había vendido 800 euros, sin contar con el día de hoy, que ha sido el momento de mayor repercusión para su web. El que adquiera una participación opta a ganar un piso más una plaza de garaje, ambos libres de hipoteca, gastos de escrituración e IVA. La vivienda está en la localidad madrileña de Ciempozuelos, tiene 73 metros cuadrados repartidos en dos dormitorios, cocina, baño, aseo, terraza y tendedero.

Miguel compró su casa de Ciempozuelos en 2005 y pagaba poco más de 700 euros al mes, pero pocos años después se ha visto atrapado doblemente en la burbuja inmobiliaria. Se queda sin empleo y sin posiblidad de pagar su casa.

En su web, Miguel explica las bases para concurrir al concurso y afirma que el sorteo se realizará ante notario y con todas las de la ley. Los interesados pueden comprar tantas papeletas como deseen y, por cada 500 participaciones, uno también adquiere el derecho a publicidad gratis durante un año en la página web.

El viernes 15 de Mayo de 2009 Miguel Marina conocerá quien es el afortunado que ha ganado su piso por sorteo. Él se habrá quitado un peso de encima.

"Soy una víctima más"

Miguel, que ha estado en La Ventana para explicar su iniciativa, afirma que es "una de las tantas víctimas" que hay en España de la crisis inmobiliaria. Asegura que si la iniciativa se lleva a buen fin, liquidará la deuda que le queda por pagar del piso. Tampoco niega que la paradoja de ser un asesor inmobiliario que se ve forzado a sortear su piso no deja indiferente a nadie.