El desafío del G20: una reforma de la arquitectura financiera
La transformación puede incluir más instrumentos de regulación de los mercados o la modernización de las instituciones de Bretton Woods
La crisis mundial ha puesto nuevamente sobre el tapete la necesidad de reformar la arquitectura financiera internacional, iniciativa que choca con algunas resistencias, como se constató en la reunión del G-20 que terminó este lunes en Sao Paulo.
Dicha reforma, que puede incluir más instrumentos de regulación de los mercados, la "modernización" del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), fue discutida este fin de semana por los ministros de Finanzas y presidentes de los bancos centrales del G-20, quienes coincidieron en que es necesaria, pero no definieron cómo hacerla.
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"Subrayamos que las instituciones de Bretton Woods (el FMI y el BM) deben ser reformadas para que puedan reflejar de manera más adecuada los cambios en la economía mundial y puedan ser más sensibles a desafíos futuros", señaló el comunicado final de la reunión, que reclama, además, para los emergentes "mayor voz y representación en esas instituciones".
Sin embargo, los miembros del G-20, a pesar de que escucharon diversas propuestas sobre cómo avanzar en esa dirección, no llegaron a elaborar una propuesta concreta para presentar a los gobernantes del grupo en la reunión del próximo sábado en Washington.
Más peso para el FMI
La posible reforma de esos organismos, en especial del FMI, acusado desde hace años por muchos países de no prever crisis de menor tamaño que la actual, como la argentina, y de demorarse en responder a las mismas, fue reclamada principalmente por las economías emergentes y apoyada por algunos desarrollados, pero sin ir más allá de las declaraciones.
"El FMI ha estado adormecido en los últimos años" y su presencia en muchos aspectos tocantes de la economía mundial "no ha sido necesaria", afirmó en Sao Paulo la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, que representó a la Unión Europea (UE).
Esa postura coincide con la de países como Brasil, para el cual "es hora de hacer un pacto entre los Gobiernos para la creación de una nueva arquitectura financiera mundial, capaz de promover la seguridad y el desarrollo" de manera equitativa para todos.
Al calor de la crisis, han surgido propuestas como la de crear nuevas instituciones que reemplacen al FMI y al BM, pero en lo que parece haber consenso es en que lo más conveniente es mejorar lo que se tiene.
"La función del FMI con seguridad crecerá", dijo el subsecretario para Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, David McCormick, partidario de reformar los instrumentos existentes, en vez de embarcarse en la aventura de crear un organismo sustituto.
La presión de los países emergentes para que las reformas, además de incluir cambios en el modo de operación del FMI y otros organismos, también conduzcan a una "democratización" de los mismos es otro problema que requerirá mucha negociación, según trascendió en la reunión del G-20.
El llamado grupo de los Bric (Brasil, Rusia, India y China), considera que aumentar el peso de los emergentes en el FMI del 0,2 al 0,3% no será una solución mientras la tajada de las grandes economías industrializadas les permita mantener el poder de veto.
"Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y otros pueden bloquear cualquier cambio", llegó a señalar el pasado viernes el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega.
Pero los países ricos han recordado que el peso específico de cada socio en el FMI es directamente proporcional a los fondos que aporta al organismo, y como estamos en tiempos de crisis los emergentes tendrán que pensar dos veces cualquier aumento de sus gastos.
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